"La obra de Arte más bella del mundo: el Mahesh Murti de Elephanta. Es la única obra que ha sido hecha desde la meditación." Krishnamurti,Tradición y Revolución.

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¿Quieres ser feliz? Sé generoso. Dale crédito a las buenas cualidades de los demás, a las virtudes de los demás, a la bondad de los demás... vuélvete totalmente generoso si quieres ser feliz. ≈ Gurumayi Chidvilasananda

jueves, septiembre 13, 2007

Navidad: Un acontecimiento bendito


En esta noche hermosa, noche de adoración,

en nuestras almas reboza profunda devoción.

En un pesebre humilde, brilla la estrella de paz,

gloria a Dios en el cielo, es para Cristo el honor.

Noche de paz, bella noche de amor,

la navidad de Jesús redentor.

¡Que alegría perfecta, que noche de adoración!

Cristo en Belén ha nacido para nuestra redención”.

Himno




La navidad es el acontecimiento bendito para la cristiandad y millones de corazones nos sentimos renovados en estos días. Los cristianos celebramos la buena nueva: el nacimiento del amor de Dios entre nosotros; que Dios se hizo hombre para redimir al mundo de sus pecados. Celebramos el amor de Dios y su misericordia. Con su vida y sus enseñanzas Jesús reveló a la humanidad el reino de Dios. Ofreció su propia vida para elevar y enaltecer el corazón humano. La llegada de esta gran alma al mundo fue un acontecimiento bendito que ha transformando la vida de millones de seres aún después de su muerte.


Sus palabras son consideradas como la voluntad de Dios para nosotros. Nos recordó el propósito divino de nuestras vidas y nos mostró el camino para alcanzarlo. Así, su llegada abrió la puerta del cielo para la humanidad y conectó al ser humano con su origen y su meta: Dios. Sus palabras nos impulsan a crecer y elevar nuestras vidas a pesar de las circunstancias y sufrimientos que podamos estar experimentando; nos invitan a confiar en el poder de su luz y amor. Pide y te será dado, toca y se te abrirá, afirmó.


“Yo, que soy la luz, he venido al mundo”.


Jesús fue el Maestro de la dicha de Dios, otorgador de felicidad continua y personificación del conocimiento y el amor; por eso fue la encarnación de Dios mismo. “No bajé de los cielos para hacer mi propia voluntad, sino la de Aquel que me envió”, afirmó. Así queda expresada su misión, su sabiduría y su enseñanza. Para él, la elección de Dios fue la única posible, pues Dios es el amor perfecto, la verdad, la libertad suprema, la dicha y la vida eterna. Jesús nos enseña que sólo el camino que nos permita regresar a Dios será la via para experimentar la verdadera felicidad que el ser humano anhela.


Una enseñanza fundamental que nos dejó es: “Amarás a Dios por sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”. Por eso la Nochebuena y la jornada de la Natividad son consideradas en el mundo cristiano días de celebración, de devoción y reconciliación con el prójimo. Así los rituales religiosos, el arbolito, las luces, Papá Noel, los Reyes Magos, los regalos, las tarjetas, las velas, la cena de Navidad y la reunión familiar; nos invitan a abrir nuestro corazón a Dios, al amor, a la unión, a vivir sus enseñanzas, porque al hacerlo nuestra vida y estado interior serán transformados.


Otra de sus grandes enseñanzas, que tiene un gran significado para mí, es: “El reino de Dios se encuentra en vuestro interior”. Y una de las formas en que experimento a Dios dentro de mí en la Navidad es a través del entusiasmo. En griego enthusiasmos. La sílaba en significa: “dentro, o en posesión de”; y theos significa: “Dios”. Así que entusiasmo significa “llevar a Dios dentro” o “poseedor del Señor interior”. Cuando experimentamos entusiasmo, amor, dicha, paz, expansión o libertad, estamos experimentando la luz de Dios dentro de nosotros, una energía divina, una gracia extraordinaria.


Desde mi niñez, la celebración del nacimiento de Jesucristo me ha producido un gran entusiasmo y una experiencia más clara y elevada de conexión interior con Dios. He tenido la bendición de disfrutar a lo largo de mi vida de muchas navidades venturosas, en las que he sentido que la vida en el mundo se renueva, que mi propia vida experimenta un cambio. Han sido momentos en las que he experimentado una expansión de mi espíritu, una conexión interior con algo elevado. En esos momentos me he llenado de alegría, entusiasmo, amor, esperanza y gratitud. Considero que lo que ha contribuido a que esto sea así es debido a tres factores:


· Que pertenecí a diferentes comunidades cristianas que me permitieron escuchar las enseñanzas de Jesús. Allí tuve la oportunidad de reunirnos la comunidad religiosa para hacer prácticas espirituales esos días: cantar bellos himnos devocionales (como el que comparto al inicio del artículo); orar para conectarme con Dios, para agradecer, perdonar o pedir por los demás, piñatas, juegos, elegría. Fue para mi una bendición conocer estos caminos que me permitieron conocer estas prácticas que me daban una experiencia del amor y la alegría y la devoción.


  • La atmósfera navideña. Creo que al recordar el nacimiento de esta gran alma, en millones de seres humanos se despierta la conciencia de lo divino, del amor y una conexión más clara con la luz de Dios se establece en el interior de las personas. Nuestros corazones se renuevan. Millones de seres conectados con una misma intención crea en el mundo una atmósfera de calidez, unión y buenos deseos. El ambiente nos invita a abrirnos, a ser mejores, a renovarnos, a dar, a ser generosos, a perdonar, a estar unidos. En esos días nuestras intenciones se purifican y nuestra actitud se eleva.

  • La contribución de mi propia familia para crear entre todos una atmósfera de alegría, generosidad, unión y fiesta también fue fundamental para experimentar estos estados de renovación, unión y entusiasmo. Así la navidad ha sido un acontecimiento bendito para mí y mi familia en muchos sentidos.

Recuerdo que desde niña me gustaban mucho estos días navideños; los esperaba con gran entusiasmo. Imaginaba que ese día todas las familias estaban unidas y felices, llenas de amor, renovadas, con buenos y nuevos propósitos, como yo me sentía. Deseaba que todos fueran felices. Creía que el universo estaba feliz e involucrado en la celebración de este día. Me llenaba de asombro y entusiasmo observar la luna y las tres estrellas que me habían contado que eran los 3 Reyes Magos; que la luna me cuidaba, que su halo era bendito, era algo mágico.


También me encantaba asomarme a las casas para ver el árbol de navidad y pensaba que eran todos felices por estar juntos, que la luz de Dios, de su amor y misericordia se encontraba en esos hogares que celebraban con entusiasmo las fiestas navideñas y los corazones sanaban sus heridas. Sin embargo, también experimentaba una especie de nostalgia, me sentía conmovida, frágil, como si las corazas de las defensas se disolvieran y necesitara el soporte del amor, el respeto y la alegría.


Sé que no todos los seres humanos viven la navidad con alegría; estas fiestas también significan tristezas, nostalgias, separaciones, desacuerdos y carencias materiales o afectivas en muchos hogares. Mi niñez estuvo también llena de carencias emocionales y materiales, sin embargo, el mensaje de Jesús y la generosidad y compasión de mucha gente fue un soporte fundamental para mí y mi familia en los momentos de mayor carencia, desconcierto e incertidumbre. Por el apoyo, el amor y la compasión que muchas personas nos ofrecieron, tuvimos la experiencia del nacimiento de Jesús entre nosotros.


Aún considero que el nacimiento de Jesús, sus enseñanzas y el ambiente navideño sigue siendo un tiempo propicio para una renovación interior, que nos permite experimentar la presencia de Dios en nuestras vidas. Sé que el mensaje de Jesucristo se hace vida en el amor la generosidad y compasión que mucha gente ofrece a los demás en estos días. Que ese amor y esa generosidad permite a millones de personas celebrar con alegría y entusiasmo el nacimiento de Jesús.


Te deseo que esta navidad, sea una noche hermosa, de adoración, que tu alma reboce profunda devoción, que sea una noche de amor y de paz en que ofrezcas y recibas el amor de Dios.