"La obra de Arte más bella del mundo: el Mahesh Murti de Elephanta. Es la única obra que ha sido hecha desde la meditación." Krishnamurti,Tradición y Revolución.
Acerca de mí
- Nombre: Abraxas
- Ubicación: Jalisco, Mexico
¿Quieres ser feliz? Sé generoso. Dale crédito a las buenas cualidades de los demás, a las virtudes de los demás, a la bondad de los demás... vuélvete totalmente generoso si quieres ser feliz. ≈ Gurumayi Chidvilasananda
jueves, diciembre 04, 2014
lunes, marzo 31, 2014
domingo, marzo 30, 2014
jueves, marzo 27, 2014
martes, diciembre 17, 2013
lunes, diciembre 16, 2013
sábado, diciembre 14, 2013
jueves, diciembre 12, 2013
miércoles, diciembre 11, 2013
miércoles, diciembre 04, 2013
martes, diciembre 03, 2013
jueves, agosto 23, 2012
miércoles, agosto 15, 2012
martes, noviembre 01, 2011
viernes, octubre 28, 2011
"Los ninis... en el reino del nunca jamás"
Javier Valenzuela M.
Psicoterapeuta (*)
Por una parte es evidente que, con su comportamiento apático e indolente, estos jóvenes están cuestionando y desafiando el concepto de "éxito" o de "prosperidad" heredado por las generaciones anteriores y que se basa, principalmente, en la persecución de los valores egocéntricos del reconocimiento, el prestigio y el bienestar material. La evidente decadencia de este modelo de bienestar y de realización personal y la falta de un paradigma alternativo constituyen sin duda, en el plano existencial y espiritual del problema, un componente fundamental.
Por otra parte, los “ninis” nacieron y crecieron en el seno de una generación en la que la madre se incorpora al mercado laboral, supliendo parcialmente las labores de la crianza y el cuidado materno por las de la participación activa en el complemento del ingreso familiar. Es esta misma una generación en la que las cifras de separaciones conyugales y divorcios se dispararon geométricamente, contribuyendo este factor a forzar aún más la participación femenina en el mercado laboral y a detonar una transformación radical en la estructura familiar tradicional, dejando a los hijos cada vez más solos o al cuidado de terceros.
(*) 7java13@gmail.com
Etiquetas: Psicología
sábado, septiembre 03, 2011
El Poder De Las Redes Sociales
Etiquetas: Ciencia
viernes, septiembre 02, 2011
Redes para la Ciencia » EL DECLIVE DE LA VIOLENCIA. No todo tiempo pasado fue mejor.
viernes, noviembre 19, 2010
El Cerebro Musical
El poder de la música sobre la mente humana es algo que siempre ha fascinado a los científicos. Pero, ¿puede la música explicarse científicamente? y ¿cómo podemos analizar su efecto sobre el cerebro?, ¿por qué la música tiene tanto poder a la hora de recrear sensaciones, emociones y vivencias?
National Geographic Channel presenta una manera distinta de conocer este gran misterio de la mente humana en “Mi cerebro musical”, a través de adentrarnos en el cerebro de cuatro genios de la música: Sting, ganador de más de 16 Premios Grammy, Michael Buble, afamado compositor de Jazz, Feist, cantautora canadiense de folk indie, y Wyclef Jean, uno de los integrantes del famoso trío The Fugees. Todos han sido elegidos para este experimento que servirá para comprender mejor las conexiones entre el cerebro y la música.
El neurólogo Dr.Daniel Levitin explica de qué manera la música nos afecta física, psicológica y emocionalmente mediante distintos experimentos realizados a niños y adultos. Asimismo, las entrevistas y tests protagonizados por Sting y otros grandes de la esfera musical mundial nos darán las claves para entender hasta qué punto influye la música en sus vidas y qué es lo que han aprendido de su poder.
Sting se someteal llamado FMRI (Functional Magnetic Resonance Imagining), un escáner de última generación que servirá para analizar los efectos de las ondas en su cerebro. Los neurólogos serán los encargados de descifrar cuáles son las respuestas emocionales del cantante a los distintos estímulos musicales. Gracias a la más avanzada tecnología podremos averiguar cómo responde el cerebro de Sting a los distintos tipos de música –de la más simple a la más compleja- y qué nos dice su cerebro musical de su persona.
Etiquetas: Ciencia
jueves, noviembre 18, 2010
Libro: Y sin embargo, democracia, de Adam Przeworski
Los ideales democráticos pueden ser sustancias alucinógenas. Apartan la realidad de la conciencia y alimentan esperanzas irrealizables. Se requiere un esfuerzo constante para impedir que el ideal dirija pero no adormezca. Las instituciones representativas nacieron de una idea revolucionaria: el pueblo ![]() debe gobernarse a sí mismo. Tres propósitos se han entrelazado en la bandera: autogobierno, igualdad y libertad. Adam Przeworski examina en su libro más reciente la distancia entre aquellas aspiraciones y la realidad de nuestra política. Las democracias no han podido generar igualdad social ni han podido ofrecer a la gente un espacio para participar eficazmente en su gobierno. Permanecemos desiguales y alejados del poder. Democracy and the Limits of Self-Government (Cambridge University Press, 2010) es la maduración de una larga reflexión sobre el régimen democrático que el politólogo polaco ha hecho durante más de 40 años. Recientemente recibió el premio más prestigioso de la disciplina, el Johan Skytte que otorga anualmente la Universidad de Uppsala. El comité que le entregó ese premio que empieza a conocerse como el Nobel de Ciencia Política, reconocía con buen ojo su contribución al entendimiento del vínculo entre la democracia, el capitalismo y el desarrollo económico. De mala manera, la política invadió su vida desde el instante más temprano. Nació en Varsovia, en mayo de 1940, apenas nueve meses después de que los alemanes invadieran Polonia. No conoció a su padre. El médico fue reclutado forzosamente al ejército. Murió en Katyn. Tras la guerra, la Unión Soviética tomó el control de Polonia, relevando a los polacos del fastidio de gobernarse. La gran política se imponía con rudeza en la vida cotidiana. Estudió filosofía en la Universidad de Varsovia, en un momento de deshielo intelectual. Tras la represión estalinista, el marxismo dejó de ser imposición de consigna para ser examinado con estricto rigor conceptual. En sus aulas surgió, apunta Przeworski, la semilla del marxismo analítico. A principios de los sesenta fue a Estados Unidos a estudiar. Las primeras experiencias en Estados Unidos no fueron particularmente estimulantes: la tierra de los libres y los valientes era una sociedad provinciana, con claras propensiones autoritarias. El primer libro que leyó sobre el sistema político norteamericano empezaba con la oración “Los Estados Unidos tienen el mejor sistema de gobierno del mundo”. Saliendo de la persecución macartista, el país no era precisamente el faro de la libertad crítica. De cualquier manera, el encuentro con Estados Unidos le permitió ver de cerca un sistema en donde los electores deciden quién gobierna. El azar lo envió a Chile en los años de la Unidad Popular. Fue testigo así de la debacle del proyecto socialista y de la democracia misma. Recuerda: “Henry Kissinger proclamó que Allende había sido electo ‘gracias a la irresponsabilidad del pueblo chileno’ (tal era su concepto de la democracia) y el gobierno de Estados Unidos decidió restablecer la responsabilidad por la fuerza”. El golpe de 73 sacudió a la izquierda no solamente en América Latina sino en el mundo entero: socialismo o democracia era la disyuntiva. ¿Qué viene primero? ¿Puede sacrificarse una en aras de la otra? Desde entonces se acercó al fenómeno político de la socialdemocracia como un marxista heterodoxo. No siguió la ruta de muchos exilados de la Europa del Este, convertidos en anticomunistas furiosos que veían en los escritos de Marx el origen del cáncer. En realidad, Przeworski nunca vio al régimen soviético como hijo de Marx. El socialismo realmente existente era la explotación burocrática de los trabajadores. La pregunta que aborda su primer gran trabajo fue ¿por qué la revolución anunciada no llegaba a Occidente? La propia interrogante daba cuenta de que el libreto le parecía razonable: las contradicciones de los países industrializados vivirán una revolución obrera. Pero la realidad se empeñaba en corregir el guión. La revolución no se veía en el horizonte. Capitalismo y socialdemocracia (Cambridge University Press, 1985) es la historia de ese extraño matrimonio. ¿Cómo es que el enterrador de la burguesía se convirtió en su marido fiel? El voto cambió todo. En el momento en que el movimiento socialista aceptó participar en elecciones, el horizonte político se transformó. Przeworski descubrió la racionalidad de la estrategia socialdemócrata. Se percató de que la clase obrera es incapaz de actuar como agente unitario que no representa a la mayoría del electorado. Ganar elecciones supone, en consecuencia, acercarse a otros grupos, negociar… y ceder. Hacer política para atraer el voto rompió la épica del enfrentamiento revolucionario introduciendo el cálculo de las transacciones. Más aún: accediendo al gobierno, los socialdemócratas entendieron que debían cuidar la economía de mercado para alentar su crecimiento, si es que querían conservar el respaldo de los sindicatos. Przeworski no veía traición en el acomodo. Por el contrario, la avenencia fue claramente benéfica para los trabajadores. Przeworski encuentra en Gramsci las pistas de la economía política de la legitimación. La hegemonía, esa dominación aceptada, no cuelga del aire sino que se sostiene necesariamente en la satisfacción de necesidades. La historia de la socialdemocracia no es la Marcha de la Razón pero sí son andanzas de la racionalidad. La política es, en buena medida, cruce de estrategias racionales, es decir, un juego de apuestas. Ésa fue su aportación central al grupo de académicos que acometió por primera vez la labor de estudiar el mecanismo por el cual las sociedades escapaban del autoritarismo para instituir regímenes democráticos. El trabajo de Przeworski publicado en el volumen seminal sobre las transiciones democráticas enfoca las estrategias que, accidentadamente, conducen el cambio.2 La política es un complejo juego de ajedrez. Para entender una transición hay que adentrarse en los cálculos de los duros y de los blandos; de los moralistas y de los pragmáticos; de los listos y de los tontos. Hay que descifrar también las señales que emiten y entender las consecuencias de sus pactos. Przeworski no ha jurado lealtad a un microscopio. Se ha confesado como oportunista en cuestiones de método. No tengo principios, dijo en algún seminario. Si el marxismo me ayuda a entender algo, empleo sus categorías; si las herramientas de la economía son esclarecedoras, las uso; si me sirve la teoría de juegos, pienso matemáticamente; si la narración echa luz, prendo esa lámpara. Su constancia no ha sido el lente sino el bicho. La democracia ha sido el ente que ha estudiado durante décadas desde todos los ángulos. Para comprenderla, ha defendido un retrato mínimo. Una idea modesta para describir la democracia como la transferencia pacífica del poder a través del voto. Un dispositivo para introducir incertidumbre al conflicto. En el juego de la democracia todos pueden llegar a ganar algo y todos tienen algo que perder. Institucionalización de la incertidumbre. Un régimen que tiene un actor (sea político o económico) que siempre gana o que está condenado a perder siempre no es un régimen democrático. El tejido de sus argumentos resulta extraordinariamente rico. El sobrevuelo más veloz por sus páginas mostraría la aparición de muy distintas fibras: notación matemática, narración novelística, diagramas de ingeniero, preguntas de filósofo, libreta de viajero, alfiler de aforista. Przeworski es un comparatista iluminado por las grandes interrogantes de la filosofía política; un relojero de argumentos que sabe contar una historia; un escritor medido. Su interés por la democracia y el desarrollo parten del reconocimiento de dos necesidades: comer y hablar. Estar libre del hambre y de la represión, como apunta en la primera línea de Democracia y mercado. El nuevo libro de Adam Przeworski es la decantación de sus descubrimientos. No es un libro sobre la idea democrática sino sobre la democracia viva contrastada con la democracia imaginada. La democracia y los límites del autogobierno da muestra de los muchos enfoques con los que Przeworski examina el régimen democrático y de la amplitud de su horizonte. La experiencia que analiza no es solamente la de Estados Unidos y un manojo de países europeos. Pone mucha atención a la experiencia de otras naciones que normalmente pasan desapercibidas en los recuentos de la democracia occidental. Resalta la atención con la que estudia la experiencia de América Latina, no como anomalía, sino como parte crucial de la aventura democrática. La democracia no produce igualdad social. Requiere, eso sí, igualdad en la dimensión política: igualdad a los ojos del Estado pero no en la relación entre las personas. Los primeros demócratas sentían una profunda antipatía por la aristocracia, esto es, por el privilegio que no se basaba en el mérito. Más que la tiranía, lo que irritaba a los “fundadores” era la clausura de los cargos públicos. Recelaban de los aristócratas y temían a los pobres. De ahí que la ciudadanía democrática aspire a la abstracción, que busque el desprendimiento de toda calificación. Podrá haber un hombre asustadizo, un joven impulsivo, una mujer ilustrada, pero el ciudadano no tiene rostro. El votante es el emisor de un dato. El menú del restorán democrático suele ser poco apetitoso. No encontramos en la carta un arco abundante de opciones. Por el contrario, lo que vemos es la misma sopa en platos distintos. Przeworski registra un circuito electoral: llega un gobierno y logra una innovación política exitosa. Genera un cuento para presumir su éxito mientras la oposición se dedica a criticarlo, a pesar de que todo mundo sabe que, de llegar al gobierno, haría exactamente lo mismo. La diferencia entre las opciones es tan pequeña que la campaña se concentra en accidentes: un escándalo, la personalidad de los contendientes, un debate televisivo. La oposición gana y, al llegar al poder, continúa la política del gobierno anterior. El gobierno cambia de manos sin que la política altere el rumbo. Así sucede hasta que llega otro gobierno a inaugurar otras políticas exitosas y la historia se repite. A pesar de ello, las elecciones siguen siendo la mejor manera de expresar una voluntad colectiva. Son, además, el dispositivo más igualitario de participación política. La magia del proceso electoral, subraya Przeworski, es que abre el horizonte del tiempo político: un partido que pierde hoy puede acceder al poder mañana; el gobierno puede ser lanzado a la oposición en el futuro. El cálculo de los ambiciosos ofrece un bien inmenso y reciente en la historia del poder: paz en el relevo del gobierno. Las democracias no son, por supuesto, la palanca omnipotente de la mayoría. Los regímenes democráticos se han convertido en artefactos complejos para impedir eso que se ha llamado la “tiranía de la mayoría”. Cualquier Constitución contemporánea contempla provisiones como la revisión judicial, el requerimiento de mayorías especiales para la aprobación de ciertas leyes, órganos autónomos, burocracias permanentes. El constitucionalismo liberal se ha empeñado en cuidar los derechos de las minorías de la posible invasión mayoritaria. Pero no ignoremos, advierte Przeworski, que esos artilugios no son solamente una defensa de los derechos sino también el parapeto de los intereses privilegiados. Nuestras democracias no son subversión reglamentada, sino el resguardo del statu quo. Todo argumento político aspira a la categoría del mito. El mito democrático está cargado de aspiraciones irrealizables y de contradicciones. Pero, al final del día, la mera posibilidad de que el gobierno pueda cambiar por efecto del voto, da sentido a los propósitos de igualdad, representatividad y rendición de cuentas. Y sin embargo, democracia. Jesús Silva-Herzog Márquez. Profesor del Departamento de Derecho del ITAM. Entre sus libros: La idiotez de lo perfecto y Andar y ver. |
Etiquetas: POLITICA Y SUS ENJUAGUES
martes, septiembre 28, 2010
¿Qué Celebramos en este Bicentenario?
"La Salvación, la meditación,
el recogimiento y el renacer de un pueblo,
no se realiza en la superficie
ni tiene lugar en las masas
sino que acontece,
de modo silencioso y recatado,
en los individuos."
Herman Hesse
Y bueno, dado que actualmente muchas personas manifiestan estar en contra de la celebración gubernamental del bicentenario, tal vez podamos coincidir en celebrar, por lo menos, la formación de México como país, lo cual nos dio mayor unidad y un proyecto de nación más o menos común.
Entonces, lo que es innegable y podemos celebrar, es que finalmente hemos logrado una unidad básica al habernos conformado y reconocido como nación, como mexicanos, aunque con un proyecto de país que no termina por cuajar y definirse para el largo plazo. Hemos construido una unidad que apunta a nuestros valores y humanidad, a la abundancia de nuestro corazón, a nuestra fe, a nuestras tradiciones comunes, al valor de la familia, de la amistad, a la solidaridad. Nos sentimos identificados y celebramos la alegría, el sentido del humor, la música, el baile, la religiosidad, el arte, la buena voluntad, el desprendimiento, el desapego y la confianza en algo superior, así como en la bondad humana. De eso nos sentimos orgullosos, esa es nuestra verdadera abundancia y podemos celebrar eso que sí nos pertenece y de lo cual sí participamos y compartimos diariamente. Todo esto, además de ser más tangible y realista, es una visión más rica y expansiva que la estrecha e ideologizada visión de país que nos ofrecen los políticos y los supuestos héroes, donde la existencia es convertida en estrecho túnel de blanco y negro, limitada a una lucha política entre grupos; en que la población es simplemente la carne de cañón y la taimada justificación para sus eternos enfrentamientos por el poder, la vanidad, el estatus, el dinero, la gloria y el reconocimiento. Revisando la historia de la humanidad, vemos como el enorme egocentrismo de unos cuantos, ha llevado a millones de seres humanos a la muerte cruel y sin sentido.
Celebremos entonces que la sociedad común ha sobrevido a la división mental, absurda, cruel y antagónica, tan vívidamente fomentada por la política y las religiones. Una visión estrecha y maniquea que siempre termina por separar y enfrentar como enemigos a una misma nación. Una división tan simplona y estúpida que termina por reducir la fantástica diversidad humana en: buenos-malos, derecha-izquierda, inteligentes-tarados, ricos-pobres, blancos-morenos, nacos-VIP, bonitos-feos, exitosos-fracasados. Luchemos porque estas taras mentales no logren reducir al ser humano y a México en dos ridículas categorías antagónicas siempre enfrentadas, que anulan toda posibilidad de entrar en el círculo virtuoso de la colaboración y el respeto creativo.
Entonces celebremos la vida, el amor, los amigos, la familia y la confianza en México, o sea, en nosotros mismos como personas y como nación. Celebremos la simple sobrevivencia a tantos laureados "héroes", a tan abundantes y “brillantes ideas” y a tan nobles y sospechosos políticos que nos atiborran de sus propósitos con tan buena mercadotecnia.
Celebremos que México, su población general, es más grande que muchas de las ideas y las locuras de cada época histórica que le ha tocado vivir y sufrir, con todos y algunos de sus deslumbrantes líderes. Celebremos salir adelante a pesar de tanto gandalla, de tanta corrupción, de tanta mentira, de tanta violencia e injusticia, sin perder la cordura, la confianza, la alegría y el sentido de la existencia. Tan grandes héroes y políticos bien merecida tienen su estatua de piedra y su nombre en las calles, fuera y lejos del hogar, en donde se despierta y cultiva el corazón humano, el verdadero corazón de México; ese México es el que todos sí celebramos, con y sin presupuesto, con programa político y sin él.
saludos
Los asesinos que nos dieron patria
Pocas personas saben algo de sus tatarabuelos, menos aún de sus antepasados de hace siglos. Hay algo noble y épico en reconstruir la historia de cualquier familia; y los aristócratas, por razones nobles o prácticas, fueron los primeros interesados en tener presente su pasado y asumirlo orgullosamente, con los retoques necesarios.
Alex Haley democratizó ese interés. Investigó sus orígenes y supuestamente los encontró en una aldea de Gambia, donde 200 años antes Kunta Kinte fue secuestrado y vendido como esclavo en Maryland. La historia novelada de su familia (“Roots: The saga of an American family”, 1976) resultó ser en parte el plagio de otra novela, pero fue un bestseller que vendió millones de ejemplares, se convirtió en una serie de televisión y popularizó la búsqueda de raíces. Surgieron expertos, cursos, libros y hasta programas de computación para ayudar a las familias a rastrear sus orígenes. Es de suponerse que muchas abandonaron la investigación al encontrar detalles embarazosos.
La novelización de los orígenes (estudiada por Cornelius Castoriadis en “La institución imaginaria de la sociedad”) es milenaria. De las tribus pasó a las aristocracias y de éstas a la historia oficial de los Estados modernos. En el siglo XIX se multiplicaron los himnos nacionales, las banderas nacionales, los gloriosos orígenes nacionales, las grandes fechas nacionales y las figuras instituidas como Padres de la Patria. En el siglo XX, al retirarse las potencias coloniales, los nuevos Estados inventaron sus propios orígenes gloriosos, se dieron de alta en las Naciones Unidas y construyeron gloriosos aeropuertos internacionales, para que las visitas supieran que llegaban a un país importante, de antiguas raíces, pero plenamente moderno.
El historiador Luis González habló irónicamente de la “historia de bronce” que ha prevalecido en México, y mostró algo distinto al escribir la microhistoria de su pueblo natal: San José de Gracia, Michoacán (“Pueblo en vilo”, 1968). Es una historia sin orígenes gloriosos ni episodios monumentales, cuyo verdadero protagonista es la vida cotidiana. Pero la vida cotidiana, laboriosa, constructiva, llena de pequeños triunfos creadores, nunca estará en letras de oro en la Cámara de Diputados, donde está el nombre de Francisco Villa y muchos otros asesinos.
El 26 de enero de 1988, Australia celebró el bicentenario de su fundación. Hubo protestas indígenas, alegando (con razón) que Australia ya existía cuando llegaron los primeros colonos británicos; que la fecha celebraba una invasión. Pero lo más notable del asunto es quiénes habían llegado a fundar la colonia: asesinos y otros criminales que, en vez de ser colgados, fueron desterrados a pasar el resto de sus días en aquel remoto lugar. El origen glorioso del Estado australiano es un penal, como las Islas Marías. Es de suponerse que muchos australianos lo toman con humor, aunque algunos proponen cambiar la fiesta nacional a una fecha menos embarazosa.
Miguel Hidalgo en 1810 hizo cosas que no se pueden tomar con humor, como abandonar el fomento de talleres artesanales, viñedos y la crianza de gusanos de seda para lanzarse a “coger gachupines”; y usar la imagen de la Virgen de Guadalupe para legitimar un movimiento que degollaba civiles prisioneros. Fue un irresponsable, como Francisco I. Madero en 1910, cuando abandonó la lucha cívica para legitimar un movimiento donde destacaron asesinos como Rodolfo Fierro (el de “La fiesta de las balas” narrada por Martín Luis Guzmán).
El historiador Enrique Krauze ha propuesto no celebrar en el 2010 esas dos fechas sino dos largos siglos de construcción nacional. Tiene razón. La repugnancia que hoy se tiene a la guerra debe extenderse a las guerras civiles. El 16 de septiembre de 1810 y el 20 de noviembre de 1910 no son fechas gloriosas. Interrumpieron, en vez de acelerar, la construcción del país. Destruyeron muchas cosas valiosas. Causaron muertes injustificables. Lo que los indios, mestizos y criollos habían venido construyendo después del desastre de la Conquista alcanzó un nivel sorprendente en el siglo XVIII, que se perdió con los desastres de la Independencia y la Revolución.
Destronar unas cúpulas para que suban otras es inevitable, y puede ser deseable, pero no a costa de la sangre de los que no están en la cúpula, ni del caos de la vida cotidiana, ni de las destrucciones absurdas. Brasil se sacudió el dominio portugués sin una guerra de independencia. España se sacudió la dictadura franquista sin otra guerra civil.
México no empezó hace 200 años. Los verdaderos Padres de la Patria no son los asesinos que enaltece la historia oficial, sino la multitud de mexicanos valiosos que han ido construyendo el país en la vida cotidiana, laboriosa, constructiva y llena de pequeños triunfos creadores.
sábado, noviembre 28, 2009
Vivimos en el pasado
Ranulfo Romo, neurobiólogo
Todo lo que conocemos del mundo nos llega por los cinco sentidos. Empezamos a conocer cómo transformamos en señales eléctricas lo que la retina envía al cerebro. Incluso conocemos la proteína con la que fabricamos los colores que hasta ahora creíamos que estaban en el universo. Pero lo que no sabíamos es que, sin la memoria, no existe el mundo ni el universo. Esto quiere decir que cuando pensamos o hablamos, lo hacemos siempre desde el pasado.
Fecha de la entrevista: 2007-04-05
Lugar de la entrevista: México DF
* Perfil académico de Ranulfo Romo en la web de la UNAM (castellano).
* Perfil académico de Ranulfo Romo en la web del Howard Hughes Medical Institute (inglés).
* Cambian 100 años de teoría cerebral, artículo sobre una investigación de Ranulfo Romo cuyos resultados podrían tener importantes consecuencias para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas.
Los trabajos de de Ranulfo Romo sobre los códigos neuronales de la percepción, la memoria y la decisión están resultando decisivos en la neurobiología actual. Hoy nos habla de un gran enigma aún por descifrar: cómo es la relación entre la actividad neuronal y nuestros sentidos.
Clip de la entrevista entre Punset y Romo (3 min 03 seg).
Eduard Punset:
Ramulfo, se te recordará por muchas cosas. Una que a mí me fascina es que, después de haber pasado años investigando con monos Rhesus, con personas y computadores, llegaste a la conclusión de que el mundo no existiría sin la memoria.
Ramulfo Romo:
Por supuesto. Y parece una conclusión muy lapidaria y contundente. Pero te voy a dar un ejemplo muy sencillo: los pacientes con la enfermedad de Alzheimer han perdido todos los circuitos cerebrales que tienen que ver con guardar la información de la experiencia a través de años y años. Son capaces aún de sentir cosas con las manos, de ver, de oír y de degustar, pero son incapaces de reconocer el entorno en el que están viviendo, de reconocer una pregunta o la cara de un familiar. En nuestro cerebro hay una maravilla de circuitos cerebrales que son capaces de guardar nuestra experiencia y que nos permite tener una identidad. Algo mucho más contundente es el hecho de que a través de la historia fuimos pasando la información -primero lo hicimos oralmente-, la guardamos en memoria y con eso podíamos hacer cosas. En nuestro cerebro traemos todo el pasado y sin el pasado no podemos saber lo que somos en este momento.
EP:
En realidad, cuando estamos hablando tú y yo, ¿estamos en el pasado?
RR:
Estamos en el pasado. De hecho, la pregunta que me hiciste originalmente se retrasó unas milésimas de segundo en mi cerebro para que yo la pudiera procesar. Y todas las respuestas que estoy emitiendo en este momento están en el pasado.

EP:
¿Tu cerebro está echando mano de la memoria?
RR:
Sí, pero además todo es el pasado. Vivimos en el pasado. Lo que entendemos como el presente, no es otra cosa más que el pasado.
EP:
Cuando no hay memoria, cuando no hay precedentes archivados en la memoria, ¿quién la sustituye? ¿Es la imaginación?
RR:
Es la asociación. Una de las grandes virtudes que tiene nuestro cerebro afortunadamente es que puede generalizar. Puede ir más allá de lo que ha aprendido y ha guardado en la memoria. Nuestro cerebro es capaz de ir transformando estas experiencias y puede transformar también la información que aporta la realidad. Lo hace de tal manera que ya no sabes cuál es la realidad: si la que traes en el cerebro o la que te está entrando a través de los órganos de los sentidos.
No podemos prestar atención siempre a lo mismo
EP:
Después de experimentar cuidadosamente con los monos Rhesus, dices que, a medida que prolongas el estímulo sensorial al mono, en la misma medida disminuye la intensidad de la descarga neuronal. En otras palabras, es como si el tiempo, la prolongación del estímulo, produjera una adaptación neural que, en un caso muy particular en el que estoy pensando ahora -la vida de una pareja- podría llevar al desafecto.
Un viaje por el cerebro
RR:
En nuestro trabajo de investigación, -ese ambiente frío y minimalista del laboratorio donde se ponen a prueba hipótesis de trabajo, donde los estímulos ya no son tan naturales y no ocurren como en nuestra vida diaria sino que son controlados por las computadoras- la fisiología sensorial nos enseña algo muy valioso: nosotros no podemos estar prestando atención a la información sensorial todo el rato por el resto de nuestros días. En algún momento, este proceso tiene que romperse. Y lo que hemos observado en el laboratorio es que la atención del observador que tenemos en el cerebro se enfoca en un periodo limitado del estímulo. Lo que hacen las neuronas es que en los primeros segundos prestan atención a esta información y van decayendo de a poco, ya no miran a esa información aunque el estímulo esté presente ahí. Esto nos indica que nuestro cerebro no puede estar mirando o escuchando permanentemente lo mismo. Lo que el cerebro hace es detectar transientes, cambios que son relevantes en nuestra vida. Es como cuando comemos: si es siempre el mismo sabor, queda poco interés en el platillo.
EP:
Y tampoco es posible sentir asco todo el rato.
RR:
O estar escuchando la misma explicación de un colega sin perder la atención. Las neuronas reflejan este mecanismo adaptativo que le permite a nuestro cerebro enfocar su atención en un instante de tiempo. En relación con la vida en general, yo creo que hay algo de eso también.
EP:
Hay algo.
RR:
Sin ser un consejero matrimonial ni ser el doctor amor, yo quiero imaginarme que las relaciones humanas se mantienen gracias a que hay un componente atractivo de cambios continuamente. No podemos mantener la misma estrategia siempre con el mismo individuo para mantener el interés. Tenemos que hacer variaciones del mismo tema. Es como cuando estás tocando alguna pieza: pues ahora hazle algunas modificaciones aquí para llamar la atención.
Los colores, una construcción del cerebro
EP:
Te voy a hablar de un tema que me ha fascinado durante muchos años, que he discutido con mis amigos artistas que tienen una fijación por los colores y te voy a decir de qué se trata. Si voy andando por la playa y me echan una pelota, en un instante sé del volumen de la pelota, a la velocidad a la que ha venido, de dónde me ha venido y la veo de un color. Y cuando hablo con vosotros, me decís “estos colores no están en la naturaleza”, están en tu cerebro. Y cuando yo hablo con mis amigos pintores y les digo que no están en la naturaleza… bueno, me correrían a palos. Hablemos un poco de la percepción de los colores.
RR:
Esto es fascinante. El tema que siempre me ha fascinado es la representación de la realidad del cerebro. Cuando yo le dije a un colega que la realidad estaba en el cerebro, puso el grito en el cielo y dijo “pero si ahí están las estrellas, eso es física y aquí están las piedras y aquí estamos sentados”. Estamos sentados y están las estrellas y estamos sintiendo todo gracias a nuestro cerebro porque la realidad está en el cerebro. Es una paradoja que la realidad esté en el cerebro y que también haya una realidad física. No hay duda de que el mundo existe: los mares y el cosmos están ahí. Pero con esta realidad que está en nuestro cerebro, hemos construido todo nuestro universo. Yo no sé cuál será el universo del mono o de la rata; de hecho, la rata no utiliza la modalidad visual ni auditiva, utiliza los bigotes para explorar el universo y por ello tiene una representación del universo basada en la información que entra por sus bigotes. Nosotros, los primates superiores, generamos una realidad basada en las propiedades limitadas que tienen nuestros órganos de los sentidos y que amplificamos a través del mecanismo de representaciones neurales. Pero no hay duda de que estas están en el cerebro.
Dando nombre a los colores:
A lo largo de la historia, no todos los colores tenían nombre. Algunos de los que hoy nos parecen tan distintos como el verde y el rojo incluso recibían un mismo nombre. Y el gris, el marrón o el rosado son producto de nuestra mente porque el que ve, en realidad, es el cerebro.
EP:
Sí…
RR:
Yo puedo ver tu cara y su contorno en tres dimensiones, pero en realidad la entrada de información a mi aparato visual es plano, en dos dimensiones, y mi cerebro se encarga de ponerlo en tercera dimensión y de darte la forma. La textura como tal tampoco existe: es una abstracción, un agregado que le pone el cerebro así como también el color. El color que creemos que tienen los objetos es una construcción central de nuestro cerebro que después proyectamos hacia fuera. El cerebro interno se vuelve exocerebro mandando proyecciones hacia fuera. Yo puedo evocarte sensaciones activando artificialmente ciertas zonas internas de tu cerebro, pero las expresiones subjetivas de esas sensaciones y de esas percepciones son hacia fuera. Entonces no me extraña que lo que defiende el pintor es el color de los objetos. Pero esos colores tan interesantes que está plasmando son proyecciones del cerebro.
EP:
Para complicar más las cosas aún, con esta historia de los colores, resulta que habéis identificado la proteína en la retina que permite ver tres colores y no más: el azul, el rojo, y el verde, y con eso nos las apañamos. ¿Esto es corecto?
RR:
Sí. Esto es un descubrimiento muy bonito realizado por unos colegas de la universidad John Hopkins ya hace unos quince años aproximadamente y que indica algo fundamental: no todo es neuronal, no todo es cerebro.
EP:
Claro.
RR:
Nuestros órganos sensores son un aparato preneuronal que transducen energías. En el caso de la visión de los colores, la energía luminosa es absorbida por estas proteínas que son las que codifican la longitud de onda. Estas proteínas la absorben, la codifican y luego se la pasan a las neuronas que están en la retina. Y lo que transmiten al cerebro esas neuronas -y eso es verdaderamente lo sorprendente- son unas chispitas eléctricas que van por los circuitos cerebrales hasta llegar a lo que se conoce como la corteza visual, que está en la parte de atrás de nuestro cráneo. En esa zona se forma un mapa espacial -porque tenemos que localizar algo en el espacio- y además, lo que está en ese mapita, lo que está asociado con esas proteínas puede estar codificado en el circuito en forma de colores.
EP:
Tres colores.
RR:
Pero además el cerebro se encarga posteriormente de hacer combinaciones. Estas combinaciones no son de tipo categórico sino que son una especie de continuo que permite el llenar esos picos que son estas longitudes de onda. Y esto es una verdadera maravilla porque sucede en el circuito cerebral, en nuestra corteza visual.
EP:
Y mi perra no tiene esto…
RR:
Algunos animales no tienen esta capacidad porque no tienen la proteína que absorbe estas longitudes de onda ni tampoco este ni circuito neural que genera estos colores.
El sabor de las cosas
EP:
Vamos a por el penúltimo: el sabor de las cosas. Tú y otros escritores habéis rememorado su vida de niños y decís “es que recuerdo el sabor, el olor” y venís los neurólogos y me decís que las células gustativas son mediocres, no se renuevan fácilmente y se mueren. El secreto está en las olfativas. Es gracias al olfato que recuerdas el sabor de las cosas. El olfato es fantástico, las células gusativas no tanto.
RR:
El aparato preneuronal al que nos referíamos al hablar de la percepción de los colores es fundamental para lo que hace nuestro cerebro, porque lo único que recibe nuestro cerebro son chispitas eléctricas que vienen de cada una de las modalidades sensoriales. En el caso del sistema olfativo, se descubrió una familia de proteínas que están en la mucosa nasal. Esas proteínas son receptoras de ciertos componentes químicos -los olores que se le pegan- y están conectadas a las fibras eléctricas que las llevan en forma de chispitas al cerebro y donde generan mapas de representación odorífica. Lo fantástico de esto es que ¿cómo es posible que el olor que experimentaste hace treinta años con algún platillo exquisito que preparó la abuela, lo puedas asociar con sentimientos, con afectos, pero además con espacios visuales, acústicos?
El olfato como herramienta de trabajo:
Confrontados diariamente con intensos olores desde la cocina, el hospital y el cuartel de bomberos, tres profesionales nos cuentan sus particulares experiencias olfativas.
EP:
Es increíble.
RR:
Lo que pasa es que esta información que entra a través del olfato va a la parte más vieja del cerebro que tiene que ver con la información en general, que a través de la evolución filogenética de los organismos ha permitido guardar las memorias. Es por eso que los perros, los gatos o las ratas tienen una memoria mucho mejor que la nuestra. En nuestro caso lo podemos recrear de una manera más linda con aspectos emotivos. Estos circuitos están conectados prácticamente con todo, y es por eso que nos permite hacer asociaciones auditivas, visuales y afectivas con el olfato. Es una maravilla.
EP:
Llevas unos treinta años trabajando sobre la neurología de la percepción. Después de ese tiempo, ¿crees que podrías dedicar otros treinta años profundizando en eso, o ya estás al borde de saberlo casi todo?
RR:
Yo creo que una de las cosas que el ser humano debe entender es que jamás podrá entenderse a sí mismo porque es el cerebro tratando de entenderse. Así como hemos discutido a lo largo de esta charla que el cerebro nos engaña, el cerebro también nos puede generar una ilusión de que estamos en vías de poder entenderlo. Pero pienso que es una trampa, y esa trampa es muy bella porque creo que nos va a mantener activos por la ilusión de que hay algo que podemos entender. Yo pienso que estoy muy lejos, aunque yo creo que una de las funciones que algún día vamos a entender muy bien es la percepción. Y creo que estamos muy cercanos de entender cómo vemos, cómo miramos, cómo oímos, cómo escuchamos, y cómo sentimos, cómo elaboramos nuestras percepciones, cómo hacemos asociaciones entre todas estas cosas. Prácticamente ya entendemos la biofísica y la neurobiología de estos procesos. Lo que no entendemos todavía es la parte subjetiva de nuestras percepciones, cómo emana nuestra subjetivad -que yo creo que es la parte más atractiva del ser humano-. En los próximos años, creo que vamos a enfocar este aspecto subjetivo del individuo y de hecho es una de mis grandes pasiones. No sé hasta dónde se puede llegar, pero es como un marinero que se lanza al mar. ¿Qué tal si descubrimos América otra vez?
martes, diciembre 16, 2008
sábado, marzo 01, 2008
Krishnamurti: Cómo Será El Nuevo Arte
Cuando hablaba de la bondad como la fuente de una nueva cultura, Krishnamurti insistía en la sutil, aunque evidente, diferencia que existe entre la mente creativa de la cultura y la fuerza creativa original de la naturaleza y el universo, y señalaba que, en su opinión, el hecho de escribir un poema inspirado, de componer una sinfonía, o de construir una magnífica catedral, no llegaba a rozar siquiera los fundamentos del acto creativo. Aún las expresiones culturales más refinadas y sutiles se derivaban del pensamiento y del yo, es decir, del ego, y en consecuencia sus intereses eran limitados y concretos. En este sentido, solía decir que:

-Y todo ello inspirado por el fervor religioso, para mayor gloria de Dios.
-Y completamente anónimo, ¿entiende? Nadie sabe quién fue el arquitecto. En aquel entonces los artistas no firmaban sus obras, como sucede hoy en día. Cuando se lo proponen, los seres humanos pueden hacer las cosas más increíbles. Si no recuerdo mal, el viaje a la Luna requirió del funcionamiento coordinado de unas cien mil personas, y la verdad es que lo hicieron muy bien.
Un visitante de la India empezó entonces a hablar de las maravillas arquitectónicas de su país, los templos, las cuevas y las mezquitas creadas por personas inspiradas por el sentimiento religioso, y puso como ejemplo los templos excavados en las cuevas de Ellora y Ajanta, el Taj Mahal, Konarak y Puri.
- Cerca de Bombay - dijo Krishnamurti que, hasta entonces, había permanecido en silencio - existe una isla donde, hará unos mil años, los monjes excavaron templos en la roca. Una de ellas es una enorme escultura trifronte en roca del dios Shiva.
- La isla de Elefanta y el Mahesh Murti - señalé, cuando reconocí la descripción de una visita que realicé años atrás.
NOTA: En la trimurti, el rostro derecho es benevolente, con flores, femenino. El rostro izquierdo es amenazante, con serpientes y calaveras, masculino. El rostro central es una obra maestra de la serenidad, símbolo del estado que puede armonizar la aparente polaridad de lo femenino y masculino de la creación universal y que en realidad es complementaria. Otra interpretación de los símbolos en tríada y sus atribuciones, es la manifestación del poder como santidad, ciencia y fuerza guerrera, relacionados con espíritu, intelecto y vitalidad. La triada es también un símbolo que manifiesta la unidad subyacente en lo que aparenta ser múltiple y diverso.

-Este Tri-Murti como se le llama - continuó - , es una imagen realmente extraordinaria, llena de profundidad y de dignidad. ¡Imagínense el estado mental en que debían de hallarse las personas que lo crearon!
Mientras se refería a la clase de conciencia que había erigido la escultura de la deidad de tres caras, su voz expresaba un respeto reverente y el silencio se extendió por toda la mesa, como si la mente religiosa se manisfestara entre nosotros. Finalmente me aventuré y dije:
-Han debido de ser personas muy inspiradas y devotas.
(Extraído de "Crónicas desde la Cocina: 1001 comidas con Krishnamurti, por Michael Krohnen)
Etiquetas: Lugares Místicos
domingo, enero 27, 2008
sábado, noviembre 24, 2007
“Cuando Pedro habla de Juan, sabemos más quien es Pedro, que quien es Juan”
Les sugiero visiten este sitio para ver la respuesta completa de Zapatero a Chávez:
Groucho Marx
Abraham Lincoln
Ralph Waldo Emerson
Borges
Discurso de Unamuno, como Rector. 1936, en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, contestando al militar Millán-Astray y otros.