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viernes, octubre 28, 2011

"Los ninis... en el reino del nunca jamás"

Javier Valenzuela M.

Psicoterapeuta (*)

Siendo el fenómeno de “los ninis” (una nueva generación de jóvenes que “ni trabajan ni estudian”), un tema relativamente reciente en el análisis socioeconómico global, en pocos años la discusión en torno a los determinantes y las implicaciones futuras de este segmento de la población ha llegado a constituirse en una preocupación creciente para los gobiernos de muchos países del planeta.

Cifras recientes de la OCDE sitúan a México en el nada honroso 3 lugar de sus 34 países miembros (antecedido sólo por Turquía y Brasil), debido a las altas estadísticas alcanzadas, que hablan de más de 7 millones de jóvenes en estas condiciones en el país. Desertores de la vida académica escolarizada y fugitivos del mercado laboral los “ninis”, jóvenes de entre 18 y 31 años que, de acuerdo al Psiquiatra español Paulino Castells, deambulan por la vida “entre la indolencia y el conformismo… viven sin un proyecto existencial definido , sin esperanza de futuro, sin motivación ni ilusión”.

Si bien los análisis socioeconómicos y políticos atribuyen el fenómeno a distintos factores de orden estructural, como la crisis financiera global, la crisis de valores, la creciente desilusión en torno a la vía escolarizada como canal de ascenso social y la contracción del mercado laboral, entre otras, vale la pena también considerar aquellos factores de orden existencial y psicológico que, sin lugar a dudas, concurren en la generación y en el mantenimiento de estructuras familiares y patrones de relación que son propicios al surgimiento de ésta , denominada por algunos la “generación sin esperanza”.

Por una parte es evidente que, con su comportamiento apático e indolente, estos jóvenes están cuestionando y desafiando el concepto de "éxito" o de "prosperidad" heredado por las generaciones anteriores y que se basa, principalmente, en la persecución de los valores egocéntricos del reconocimiento, el prestigio y el bienestar material. La evidente decadencia de este modelo de bienestar y de realización personal y la falta de un paradigma alternativo constituyen sin duda, en el plano existencial y espiritual del problema, un componente fundamental.

Por otra parte, los “ninis” nacieron y crecieron en el seno de una generación en la que la madre se incorpora al mercado laboral, supliendo parcialmente las labores de la crianza y el cuidado materno por las de la participación activa en el complemento del ingreso familiar. Es esta misma una generación en la que las cifras de separaciones conyugales y divorcios se dispararon geométricamente, contribuyendo este factor a forzar aún más la participación femenina en el mercado laboral y a detonar una transformación radical en la estructura familiar tradicional, dejando a los hijos cada vez más solos o al cuidado de terceros.

Los padres de familia que han experimentado este proceso suelen experimentar un sentimiento inconsciente de culpa hacia sus hijos, mismo que tienden a compensar rodeándolos de bienes materiales y siendo generalmente indulgentes, en cuanto a las exigencias de disciplina y participación activa de sus hijos en las tareas escolares y en las responsabilidades del hogar. Dicho esto en los términos del mismo Doctor Castells, “sus padres se han volcado en ellos, les han dado todo, librándoles de cualquier esfuerzo o sacrificio. Y de este concepto educativo, erróneo aunque bien intencionado, ha aflorado en nuestra sociedad una generación de jóvenes que han convertido el hogar paterno en su particular reino de Nunca Jamás”.

En efecto, los “ninis” ni trabajan ni estudian porque han encontrado la manera de sacar ventaja de las actitudes de condescendencia y co-dependencia de sus padres culpígenos, poniéndolas a modo para construir un sistema de relaciones familiares dependiente y parasitario, que les permita resolver sus necesidades fundamentales: casa, auto, alimentos y condiciones de confort, sin pasar por alto los indispensables medios electrónicos como la TV, la computadora (frente a cuyas pantallas se desliza la mayor parte de su ‘vida activa’) y el indispensable teléfono celular, que les permiten llevar una vida cómoda y relajada, prácticamente sin ningún costo y a cambio de ningún esfuerzo o responsabilidad.

Naturalmente esta condición es, a su vez, fuente potencial de críticas sociales o de distintas formas de presión familiar, ante las cuales el joven “nini” suele desarrollar hábiles mecanismos de defensa y recursos discursivos, tendientes a justificar su actitud pasiva y a defender el sistema de privilegios que ha logrado construir y usufructuar. Parte importante de este sistema discursivo es la invención de “proyectos de trabajo” generalmente imaginarios, en cuya elaboración y supuesta preparación el “nini” encuentra la demostración de que se encuentra ‘activo’ y desliza la aparente promesa de una cercana transformación de su vida y su rol familiar y social. Naturalmente esta transformación no se concreta y tales llamativos proyectos se reemplazan de unos a otros, sin solución de continuidad.

Aún cuando no se han publicado investigaciones ni estudios detallados acerca del perfil psicológico de esta población, la experiencia clínica es abundante en el registro de este tipo de casos, caracterizados por altos niveles de resentimiento social, baja tolerancia a la frustración, conflicto hacia las figuras de autoridad, mitomanía, desgano y aburrimiento que deriva en tendencias depresivas, falta de diligencia y dinamismo, baja autoestima, conducta manipuladora y chantajista, desorientación, tendencias adictivas, etc.

Al paso de los años este cuadro clínico tiende a exacerbarse, en la medida en que el paso del tiempo agudiza las dificultades de estos jóvenes para accesar a un mercado laboral que impone crecientes exigencias de “experiencia”, a la vez que reduce dramáticamente los perfiles de edad aceptables para ingresar al mismo, lo que acrecienta las condiciones de marginación y de exclusión social, ocio e improductividad a las que estos jóvenes se estarán sometiendo y que a su vez les impide consolidar un proyecto de vida independiente, fundar una familia y realizar su vida adulta en plenitud.

Más allá de las ingentes medidas estructurales que los gobiernos deban implementar para atajar este complejo fenómeno social, es preciso que los padres de familia tomen consciencia acerca del mismo y adopten las medidas preventivas y correctivas necesarias para modificar los patrones educativos y de interacción familiar que hacen propicia esta fuerte disfunción de los sistemas familiares, y cuyas consecuencias de mediano y largo plazo habrán de marcar sensiblemente la vida de las generaciones por venir.

(*) 7java13@gmail.com

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1 Comments:

Blogger Abraxas said...

Muchas gracias querido Javier por compartirnos tu valiosa perspectiva de este tema tan actual y tan preocupante.
Un abrazo con cariño.

7:57 p.m.  

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