"La obra de Arte más bella del mundo: el Mahesh Murti de Elephanta. Es la única obra que ha sido hecha desde la meditación." Krishnamurti,Tradición y Revolución.

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¿Quieres ser feliz? Sé generoso. Dale crédito a las buenas cualidades de los demás, a las virtudes de los demás, a la bondad de los demás... vuélvete totalmente generoso si quieres ser feliz. ≈ Gurumayi Chidvilasananda

sábado, junio 18, 2005

Narcisimo



“Mi táctica es ser franco y saber que sos franca
y que no nos vendamos simulacros,
para que entre los dos no haya telón ni abismos…”
Mario Benedetti


Nacemos desvalidos y dependemos de los demás para sobrevivir física y emocionalmente. Necesitamos de los padres para que nuestras necesidades sean atendidas y estimulado el desarrollo de nuestro mejor potencial. La calidad de la atención que recibamos en la infancia dejará una profunda huella, un troquel en el cerebro que marcará en forma importante el desarrollo de la personalidad adulta y mientras más pequeño sea el niño más profunda será su influencia.

Experiencias como el abandono o separación temprana de los padres, la demora excesiva para ser atendidos, el rechazo, las agresiones o la indiferencia; pueden producir una gran angustia y graves trastornos en nuestras capacidades emocionales, espirituales, físicas e intelectuales, llegando a afectar incluso la química cerebral.

Para protegerse y sobrevivir, el niño puede anestesiar sus necesidades emocionales más genuinas y profundas, negándolas o reduciéndolas al mínimo, por ejemplo, dejando de pedir, decidir pasar desapercibido, olvidarse de sí mismo y, lo más grave, puede perder la esperanza y dejar de confiar en su poder para influir en el ambiente y recibir lo que necesita. Esto es una de las situaciones más trágicas que puede experimentar la persona porque se sentirá derrotado y no asumirá su fuerza y capacidades más genuinas para generar el bien, el amor, la belleza, la vitalidad, la productividad y alegría que lleva dentro y que lo harían feliz.

Para sobrevivir a un ambiente hostil y precario que pone en riesgo la vida o la salud física y emocional, los seres humanos creamos estrategias, que aunque limitantes y distorsionadas, nos permiten seguir vivos. Hoy veremos una muy común: el narcisismo, tal vez descubramos que tenemos algún rasgo o muchos.

¿QUE ES EL NARCISISMO?

A) EN EL INDIVIDUO

Es una condición psicológica en la cual la persona crea una imagen falsa e idealizada de si mismo. Una máscara de falsa perfección, poder y autosuficiencia en la cual oculta para sí mismo y para los demás, su verdadero ser, su yo genuino luminoso, que frágil y sutilmente iba emergiendo en su niñez, pero, que al ser rechazado con maltrato y abandono por los padres o las personas significativas, el mismo supuso inadecuado; así que lo oculta, lo desaprueba y desprecia por miedo a ser abandonado o rechazado.

Para asegurar su sobrevivencia y aceptación, el narcisista se aferra y se convence de que la máscara es él, y necesita convencer de ello a los demás, pues la duda le produce gran angustia por la amenaza de que surja la verdad interna que tanto desaprueba y le avergüenza. Por lo tanto levantará una gran resistencia para ver, enfrentar y aceptar su verdadero yo, debido a que este simulacro le permitió sobrevivir y mantener a raya el dolor, la sensación de fragilidad, abandono, inadecuación, desvalimiento, humillación y desesperanza experimentadas en su niñez. Se identificará con la máscara ella para conquistar su propia aprobación y la de los demás, pues, dado que no se acepta, en el fondo tampoco se ama ni ha logrado amar a nadie verdaderamente, porque no podemos dar lo que no tenemos para nosotros mismos.

Al negar su vida emocional, sensibilidad y fragilidad no logra crear amor ni verdadera intimidad con los demás; como desaprueba sus propias necesidades y sentimientos, puede ser indiferente, insensible e incluso cruel con las necesidades, fragilidad y sensibilidad de los otros. El narcisista vive negando su autentica realidad interior y la “imperfección”que tanto le angustia, y niega en él mismo, la proyecta en sus semejantes; así los otros son el problema, la imperfección y equivocación vive en los demás, nunca en él; esto lo lleva a evadir su propia responsabilidad y realidad. Por lo tanto no toma decisiones sabias ni efectivas para solucionar sus verdaderos problemas existenciales, sus acciones solo fortalecen la máscara y por lo tanto su sensación de vacío y sin sentido aumenta.

¿COMO SE GENERA?

Existe una interesante investigación sobre una comunidad agrícola primitiva; allí se observó que un gran porcentaje de los hombres adultos sufrían una depresión importante y no se explicaban la causa. Observaron que existía la costumbre de que las mujeres recién paridas, pronto se reincorporaban a las labores del campo, llevando consigo solamente a las niñas recién nacidas y dejaban a los varones en casa, porque creían que el “Padre Sol” se robaba el espíritu de los infantes varones. Así, regresaban a su casa hasta terminar el trabajo diario, entonces atendían a los bebés. Los bebés dormían durante las dos o 3 primeras horas, luego el hambre y la soledad los despertaba y lloraban durante horas en las primeras semanas, hasta que dejaban de llorar y pedir atención, pues no conseguían ser atendidos, ni alimentados, ni acariciados. Entonces se sumían en un estado de sopor del cual salían ya con síntomas de depresión, afectada la esfera sexual y la capacidad intelectual. Era su respuesta de protección al entorno de desamparo; dejaban de pedir, de sentir y de confiar en que ellos y sus necesidades serían aceptadas e importantes para los demás.

RASGOS DEL CARÁCTER NARCISISTA

· La falta de límites y la acción sin sentimientos es su conflicto básico; niegan los sentimientos que contradigan la imagen que de sí mismos tienen.
· Pueden ser gente brillante con una inteligencia de hielo, incapaces de sentir amor, culpa o remordimiento, con poca conciencia moral.
· Ignoran los verdaderos valores que surgen de las más genuinas necesidades de su ser: auto-expresión, auto-posesión, integridad y dignidad.
· Se reconocen por su falta de “humanidad”, compasión o empatía. Desconectados de sus emociones pueden ser seductores, manipuladores, incluso tener seguidores; pero necesitan llevar ellos control, no confían. Pueden llegar a ser crueles y explotar y usar física o emocionalmente a los demás, pues los consideran inferiores y que están a su servicio.
· Son egocéntricos, centrados exclusivamente en sus propios deseos e intereses. Tienen dificultad para ponerse o respetar los límites y dificultad para tolerar la frustración o posponer la satisfacción de sus deseos; esto los lleva a actuar con impulsividad y poca moralidad, pues lo que quieren lo quieren ya y a cualquier precio. Se consideran libres de vivir bajo sus propias reglas, sin pensar en los valores o necesidades de los demás.
· Consideran sus convicciones como absolutamente ciertas y dejan de lado cualquier evidencia en contra, así su postura es: “si los hechos no coinciden con mi opinión, peor para la realidad.”
· Ambición intensa, tienen fantasías de grandiosidad, de ser únicos, especiales y perfectos. Todos los recuerdos o hechos que contradigan la imagen idealizada que se ha formado de sí mismos los pasarán por alto, la minimizarán o negarán.
· Sobre valoran el éxito por encima de las relaciones. Muchos de ellos lo tienen y proyectan una imagen de éxito, competencia, mando y autoridad. Sin embargo, solo es una fachada que puede desquebrajarse fácilmente en las crisis o tensión emocional, revelando lo que querían ocultar: el niño desvalido y atemorizado que llevan dentro.
· Dependencia excesiva de la admiración y reconocimiento externo; no es suficiente ser buenos, necesitan ser óptimos; no solo atractivos, sino más hermosos que nadie; no solo inteligentes, sino los más inteligentes.
· Incertidumbre e insatisfacción crónicas en relación a sí mismos, nada les basta.
· Tendencia a la depresión, experimentan la vida como algo vació y sin sentido; sienten una profunda sensación de frustración y falta de realización.

B) EN LA CULTURA

Culturalmente el narcisismo puede detectarse por el egocentrismo de la mayoría de los individuos que componen una sociedad, por la superficialidad de sus metas e intereses y por la pérdida de valores humanos trascendentes; así como por la dificultad para tener una comunicación humana profunda y honesta, en que los sentimientos también puedan ser expresados y respetados. Son sociedades que generan estereotipos no personas, lo importante no es ser, basta con “parecer”.

Por ejemplo, proliferan las actitudes egocéntricas de consumo, despilfarro, desperdicio y explotación de la naturaleza, olvidando a las generaciones venideras; carencia de interés por el ambiente, se sacrifica la calidad y dignidad del ser humano por las ganancias, por la fama y la notoriedad, hay indiferencia ante las necesidades del prójimo; crueldad y explotación de las minorías, de los más débiles, de los animales, etc.

Se vive en la superficie de la vida, por ello se sobre valora el poder a expensas de la sabiduría; el éxito a costa del respeto y la realización de sí mismo; la acumulación de bienes se vuelve la medida de la realización y el progreso; el culto al cuerpo, la sensualidad y el tamaño del busto será la medida del valor de las mujeres; los hombres quieren ser “metro sexuales”.

Por la imagen se sacrifica el verdadero crecimiento interior generando un gran vacío, el cual se trata de compensar adormeciendo la conciencia con días llenos activismo, metas, objetivos, diversión, televisión, cine, sexo, compras, comida, confort, y si eso no bastara, drogas y evasión. La gente tiene prisa, quiere ir en primer lugar, ser el primero, pero no sabe a dónde se dirige realmente. Una sociedad así debe considerársela narcisista.

De hecho, el narcisismo del individuo refleja el de la cultura, pues queremos convertirnos en los prototipos de éxito que la cultura valora y promueve. El poder, la imagen, el desempeño y la productividad se han vuelto los valores dominantes de la cultura. Entonces, las sociedades y familias en donde no se promueva el amor, la dignidad, el respeto por las necesidades y sentimientos humanos más profundos desarrollarán personalidades narcisistas.

ALGUNAS ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN

- Amar, atender y respetar las necesidades y sentimientos de nuestros niños, así como enseñarlos a dar, compartir y agradecer es el antídoto para este problema.
- Emprender un proceso observación y autoconocimiento profundo para aceptarnos y amarnos como somos y vivir desde la verdad interior.
- Buscar ayuda para conocer, aceptar y recuperar la vida emocional; reconocer, explorar y expresar tus propios sentimientos. Existen técnicas y terapias humanistas que enseñan a conectarse con tu cuerpo, pues en él se experimenta la vida emocional. Otra formas orientales son el hatta yoga, tai-chi, chi-kung, etc.
- Puedes emprender acciones de ayuda, cooperación y servicio a los demás, a la comunidad, para dejar de estar tan centrado en ti mismo.
- Puedes buscar caminos espirituales serios y probados que te enseñen a conectarte con tu yo más profundo, con tu alma. Existen varias vías, por ejemplo la oración, la meditación, el silencio, la naturaleza, la contemplación, etc.
- Ten la intención de aprender a escuchar a los demás con el corazón, no solo con la razón. Reflexiona con mayor profundidad, cuestiónate tus propios puntos de vista, no únicamente el de los demás.

Recuerda, nadie domina su vida sino se domina a si mismo; y nadie se domina a si mismo, si no se conoce, si no se ama. El objetivo de la vida humana es abatir el narcisismo para encontrar la esencia radiante del corazón que está cubierta por la máscara; arrancar la propia máscara narcisista nos abre al verdadero yo, fuente de la verdadera realización y felicidad.




Amor Y Amistad



“Nuestros amigos ven lo mejor nuestro,

y por ese solo hecho,
provocan lo mejor de nosotros”
Hugo Black



“Amar es bueno, aunque el amor es difícil. Para un ser humano es muy difícil amar a otro. Esta es quizá la más difícil de todas nuestras tareas: la prueba última y definitiva, el trabajo para el cual todo otro trabajo no es sino una preparación” dice un poeta alemán.

Desde esta visión, el trabajo del hombre es la conquista del amor. “El trabajo de nuestra vida es una preparación para la experiencia del amor. Sin esta experiencia de amor, estamos muertos aunque vivamos, y todo lo que nos rodea muere también", dice un gran ser.

Solo el amor crea vida porque puede unir en armonía lo que está separado y la amistad es una experiencia y un aprendizaje sobre el amor; vamos aprendiendo a ser buenos amigos en la medida que evolucionamos. No se nace buen amigo, se aprende a ser buen amigo. Esto significa que nuestras relaciones pueden mejorar, siempre y cuando evolucionemos, cambiemos nuestra actitud y elevemos nuestras intenciones, como veremos más adelante.

Todos deseamos ser apreciados por los demás, sin embargo, la verdadera amistad es un tesoro y una bendición. Es una rara joya que solo un experto joyero sabría valorar y descubrir, solo el experto podría cortar con maestría una joya en bruto hasta revelar su pureza, su forma y brillo perfecto; es una labor que requiere tiempo, paciencia y conocimiento, pero también, saber elegir la pieza adecuada. De la misma manera, elegimos con cuidado a nuestros amigos, nos tomamos tiempo para conocernos, cultivamos poco a poco la relación porque es una entrega de amor y solo quien ama puede ser verdadero amigo y confiar en ese poder que nos transforma. Porque solo el amor puede penetrar las capas que ocultan nuestra pureza, solo el amor puede ver lo mejor de nosotros mismos, solo quien nos ama nos puede conocer profundamente y el conocimiento así como la confianza mutua son condiciones de la verdadera amistad.

Podemos y debemos ser amigables con todos, pero la amistad verdadera es otra cosa, es un privilegio, es un regalo, es el encuentro de dos almas que se aman y entregan gratuitamente. La amistad es la manifestación externa del amor que ya se ha conquistado y experimentado interiormente. Se ama al otro porque experimentamos amor hacia nosotros mismos, entonces podemos reconocer y experimentar la bondad del otro, porque su amor nos atrae y resuena con nuestro propio amor.

La verdadera amistad es el encuentro libre y generoso del amor de dos. Por eso la amistad no se puede exigir o pedir; se gana, se atrae, se inspira. Surge por la mutua atracción de nuestras cualidades interiores. El verdadero amor, como la verdadera amistad es incondicional y sin expectativas. Así la amistad consiste más en amar que en ser amado, más en dar que en recibir, como por ejemplo, el amor que experimentan algunos padres y madres por sus hijos. La verdadera amistad surge cuando estamos listos para dar, para entregarnos, cuando hemos cultivado dentro de nosotros suficientes cualidades humanas que nos permitan sostener con generosidad el amor en nuestras relaciones. Es decir, la amistad requiere nuestro crecimiento interno, dado que eso es lo que ofrecemos en nuestras relaciones: lo que somos.


Pero, veamos, existen diferentes tipos de amistades, dependiendo de la intención o motivación que nos mueve a unirnos en amistad con los demás. Podemos con esta información evaluar nuestras relaciones amistosas, así ¿quieres saber por qué algunas amistades no prosperan? Por la intención que las sostiene.

TIPOS DE AMISTAD

Por motivos inferiores: se busca el bien personal, ser servido, recibir. El otro es visto como un instrumento para ser utilizado. Son de 2 tipos

POR INTERÉS Y CONVENIENCIA PERSONAL.
Es la inteligencia quien guía y se planean las acciones que convienen para obtener lo deseado. Por ejemplo, las alianzas entre los gobiernos, las alianzas militares, las alianzas comerciales. Se busca aquél que tiene lo que necesito o deseo o envidio. No se busca lo interior de la persona, no se le estima por sí mismo, sino por sus bienes externos y el beneficio que me puede aportar su relación, sea material o psicológicamente, queriendo llenar huecos emocionales no resueltos.

Así, se desean amigos poderosos, bien conectados, prestigiados y generosos; o con mejores cualidades humanas que nosotros mismos. Es probable que quienes se sientan débiles busquen a los que consideren fuertes, para ser protegidos, para recibir. No buscan desarrollar su propia fortaleza o riqueza y por eso no hay verdadero crecimiento.

Esta intención es limitante y puede crear relaciones de sometimiento y co-dependencia en las parejas. También puede suceder que el que da y es usado, puede pedir como recompensa la complicidad, servicios indignos, que denigren a la persona. Se usan mutuamente como por ejemplo las pandillas, las organizaciones criminales. No existe amor, ni respeto a la dignidad del otro, ni se desea su verdadero bien.

Estas amistades nacen por la sensación interna de carencia y desvalimiento, aunque también por contraste; nos atrae aquello de lo cual carecemos y deseamos obtener, pero que consideramos no ser capaces de obtener o merecer: al pobre le atrae el rico, al débil el fuerte, al ignorante el sabio, etc. Esta intención nos limita debido a que no luchamos por lo que queremos, confiamos que alguien, mejor que nosotros, nos lo dará; algunos están dispuestos a dar cualquier cosa para obtenerlo, para ser aceptado, hasta la dignidad.

En este tipo de relaciones son comunes las quejas y las recriminaciones, debido a que las expectativas creadas y los deseos no se cumplen, pues se otorga el poder y la responsabilidad al otro. Se desea siempre más de lo que se nos da y se imagina recibir menos de lo que se merece. Se culpan mutuamente de lo que no funciona en la relación y en sus vidas. El que da se siente exigido y sobrecargado de demandas y peticiones imposibles de satisfacer; el que recibe se vive como víctima. Sin embargo, el vacío y la insatisfacción constante de ambos en realidad es interno y no puede ser llenado más que por si mismos, requiere un trabajo de crecimiento personal, responsable y comprometido. Es la unión de dos seres que no han experimentado aún en sí mismos el verdadero amor en su interior, que no han descubierto aún su propia abundancia.

POR PLACER. Son los sentidos los que guían nuestras acciones. Por ejemplo los jóvenes, que pueden buscar “pasarla bien”, disfrutar constantemente; el criterio a seguir es que sea divertido, el bien, la verdad y la moral pueden quedar excluidos. Por tanto me puedo hacer amigo del simpático, del popular, del que puede presentarme personas guapas, aquel con quien pueda tener aventuras, etc. Se complacen en las mismas diversiones y gustos; se apoyan mutuamente sus deficiencias de carácter, son cómplices, comparsas, “cuates”.
Las personas de gran fortuna pueden tal vez no buscar beneficios materiales de los demás, pero entonces buscarán el placer para huir de su propio aburrimiento o abatimiento. Los ricos buscan gente agradable y útil a sus negocios e intereses. Buscan amigos dóciles, condescendientes y amables.


Estos tipos de amistad guiados por la búsqueda del placer y el interés puede hacer que dos seres se unan, pero no habrá amor, ni verdadera entrega, ni conocimiento profundo y en ocasiones ni buena voluntad y la relación estará llena de condiciones y expectativas egoístas. Hace falta profundidad a la propia vida y a la relación en sí, son relaciones superficiales.

Así entonces los hombres malos serán “amigos”, siempre y cuando la relación les produzca algún provecho y si se acaba la ganancia, se acaba la amistad. Son relaciones que empobrecen e impiden el crecimiento pues los medios que pueden usarse para mantener la relación son la falsedad, la apariencia, el elogio desmedido o adulación, hipocresía, manipulación, servilismo, el abuso y la complicidad. Esta amistad denigra a quien la sostiene, lo degrada y empobrece. No existe un genuino interés por el bien del otro, aún no se está listo para amar, para dar. Por el contrario, se quiere ser protegido, amado y la intención fundamental es recibir y beneficiarse del otro, debido a que surge de un vacío interior.

Por ejemplo, la estrategia del adulador es hacer creer al adulado que es más grande de lo que es en realidad y él mismo se hace pasar por inferior, finge serlo y que ama más de lo que es amado. El adulador no se atreve a ser el mismo, sino simula ser quien en realidad no es, se disfraza de quien convenga ser para ser aceptado, se enajena para beneficiarse de aquél a quien supone superior a sí mismo. No lucha por crecer y desarrollar sus propias cualidades, le basta con parecerlo a los ojos del poderoso, no busca crecimiento sino aceptación.

Estas amistades son pasajeras, superficiales y condicionadas al provecho que se obtenga. La relación no propicia el crecimiento ni el descubrimiento de nuestro centro, del alma, pues apunta a la cáscara, a la periferia, a lo visible y externo. Por ello pueden darse rápidamente, se puede tener muchos, se busca la cantidad, no la calidad; no pasaran ninguna prueba de la vida. En ellas puede darse el desengaño, la incomprensión, la manipulación y el abandono cuando más se necesita del otro. En casos más graves, la traición, la calumnia, e inclusive la venganza, cuando se siente herido porque el otro no cumplió con nuestras expectativas y deseos. Veamos ahora el más elevado.

Por motivos superiores: se busca el crecimiento y el bien de ambos.

POR EL AMOR

Esta dirigido al interior de la persona, surge del amor y la bondad y se crece en las cualidades del amor: generosidad, respeto, aceptación, entrega, veracidad, confianza, tolerancia, humildad, sinceridad, honestidad, empatía, compasión, solidaridad, buena voluntad, alegría, etc.

En éste existe un genuino interés por el bien del otro y hay correspondencia; se da y se recibe sin expectativas porque existe una generosidad sin dobles intenciones; se sirve con alegría y dignidad; se experimenta el placer de la mutua compañía. El amor se expande y ambos crecen en la relación, se fían plenamente uno del otro y hay una aceptación mutua que permite ser y mostrarse como verdaderamente se es. Nos sentimos verdaderamente amados, por tanto no se teme al rechazo y se aceptan las amonestaciones del amigo que nos impulsan a crecer pues son hechas con amor. Amonestamos para ayudar, con fines dignos y causas justas, no para desmeritar o denigrar, sin amargura o reproche; y cuando alabamos, lo hacemos para enaltecer no para manipular.

En este tipo de amistad, los verdaderos amigos se valoran mutuamente por lo que son y se alegran genuinamente del bien que reciba el amigo, no existe envidia, ni rivalidad. Se enaltecen, valoran y reconocen las cualidades de nuestro amigo en su justa medida, pues demasiado es lisonja y demasiado poco es envidia. No existen las recriminaciones constantes, dado que no hay expectativas falsas, hay una aceptación básica de lo que el otro es y la intención es dar, no recibir.

Los une la semejanza de sus cualidades personales, sus virtudes y valores, son atraídos por la afinidad de su mutua bondad. Están unidos en el corazón, así como la expansión y alegría que experimentan al estar unidos.

Como vemos, la verdadera amistad es un regalo del cielo, pero también el resultado de nuestra propia evolución y crecimiento, pues la verdadera amistas se va cultivando a través de ir conquistando nuestras propias cualidades superiores, pues no se puede dar lo que no se tiene. Aprender a ser un buen amigo requiere tiempo, irse ganando el privilegio de la amistad, crecer para poder contener el poder del amor que es su base.

Para tener buenos amigos es necesario aprender a ser un buen amigo, primero de uno mismo; e ir cultivando las cualidades propias del amor. Nos vamos haciendo dignos de la amistad y la confianza del otro porque nos amamos y confiamos en nosotros mismos.

Entonces, cuando decidimos elevar nuestra intención y mejoramos nuestra actitud para hacerla virtuosa, sucede que amamos y somos amados por nuestro amigos, les somos útiles, al servirlos con generosidad y gozamos el placer de su entrañable compañía.




Para Empezar El Año



Aunque la vida se renueva a sí misma a cada instante, los inicios tienen para los humanos algo mágico, como un secreto guardado que habrá que develar; un tesoro que está a punto de descubrirse; simbolizan una puerta nueva que se abre; una renovación; un nuevo impulso; una esperanza renovada.

Por eso nos sentimos motivados a celebrar los inicios de nuestras vidas: nacimientos, cumpleaños, aniversarios, cambios de lugar de residencia, etc. De alguna manera percibimos una renovación; que se enciende en el interior una luz que proyectamos en nuestra vida como nuevos planes, como tareas a llevar a cabo, como transformación. Cuando algo inicia parece que la vida nos ofrece una nueva oportunidad de ser feliz, de tener el éxito por el que se ha trabajado, de corregir, aprender y evolucionar. Aprovechar plenamente este regalo de tener más vida, dependerá de nuestro entendimiento, de nuestra actitud y entrega al misterio de la vida misma.


¿POR QUÉ ES ASÍ?

Porque en el corazón humano hay una experiencia de plenitud que nos impulsa a buscar la renovación, la evolución, porque en lo profundo de nosotros mismos existe un anhelo de infinito, de perfección que se manifiesta de diferentes formas. Por esa razón nuestras pequeñas metas materiales solo nos satisfacen un poco y por un tiempo limitado por que el alma humana solo se satisface en lo divino, en lo eterno.

Como no siempre sabemos cómo acercarnos a esa experiencia interna que nos renueve, la buscamos a través de diferentes estrategias y cambios externos, relaciones, logros materiales, prestigio, diversión, etc. Al final descubrimos que son bellas, pero pasajeras, útiles y necesarias pero no logran satisfacernos plenamente. El hombre solo encuentra en su interior la dicha perfecta y habrá que lograr un equilibrio entre la vida interior y la exterior.

¿COMO INICIAR EL AÑO?

Así que ¿Cuál es la manera más propicia de iniciar el año y cada día? ¡Dándole la bienvenida¡ Sí, dar la bienvenida significa abrirnos a lo que la vida nos depara, dando lo mejor de nosotros mismos a cada situación, ofreciendo nuestra mejor actitud y generosidad, sea lo que sea, dolores y alegrías, triunfos y fracasos, llegadas y despedidas. Si lo observamos a profundidad, nos daremos cuenta que un aspecto no es mejor que el otro; el misterio de la vida está en ambos; las posibilidades de crecimiento están en ambos y asumidos con sabiduría incluso se puede ser feliz en ambos polos.

Dar la bienvenida a los inicios implica flexibilidad para fluir con lo inevitable; claridad, confianza y firmeza para trabajar en lo evitable; implica sonreír a nuestro destino; optimismo, confianza en Dios y en nuestro poder interior para afrontar lo que llegue; gratitud para alegrarnos de estar vivos y buena voluntad, es decir, buenos propósitos y buenas intenciones que nos permitan experimentar cabalmente el milagro de estar vivos.

Así que al iniciar el año, podemos tomar la decisión de: “abordar el presente con el consentimiento del corazón y convertirlo en un acontecimiento bendito”, como señala una gran maestra. Abordar la vida con el consentimiento del corazón implica amor, sabiduría, generosidad y fé. La vida humana crece y se embellece cuando actuamos desde el amor y la generosidad, así como cuando nos comprometemos con nuestros deberes.

Por ejemplo, terminamos 2004 con el dolor de los acontecimientos trágicos del tsunami en Asia; así que el dolor de otros nos abrió el corazón para dar, al conectarmos con la compasión, surgió en muchos un impulso para proteger, nutrir y consolar a tantos seres humanos que están pasando por un dolor tan grande; dejamos de pensar en nuestros pequeños dolores para orar y ofrecer apoyo a los que sufren más que nosotros mismos.

Personalmente creo que si 2005 trajera un mensaje, estaría marcado por este acontecimiento y sería dar y abrirnos a los demás solidariamente. Abrirnos a la comprensión de que la vida humana toma pleno sentido y trascendencia cuando somos capaces de ver por los demás, esto nos permite derribar la enfermedad del egocentrismo que tanta tragedia y limitación atrae al mundo y tanto vacío interior a los individuos. Nuestro crecimiento se mide no por lo que tenemos, si no por lo que ya somos capaces de dar.

Esta tragedia nos permitió tomar conciencia de que nuestro reto y poder son más grandes y podemos hacer mucho bien cada día de mil formas sencillas y concretas. Que todos los actos generosos son importantes por pequeños que sean.

Al respecto, hace unos días observé en la t.v. la historia de un salvavidas que en Asia, al ver llegar la primera ola del tsunami, arriesgó su propia vida para salvar a unos cuantos bañistas; al ver venir la segunda hola, que era mayor, dirigió a más de 200 personas hacia un cerro; gracias al trabajo, valentía y solidaridad de un solo hombre, centenares de personas se salvaron. Es realmente grande el poder de un solo ser humano que deja de pensar solo en sí mismo y se abre a dar.

Déjame compartirte otro relato maravilloso que me causó una profunda impresión cuando lo leí, por las enseñanzas de vida que nos da.

“Había una vez un zorro que perdió una pata, así que no podía procurarse alimento. Hizo amistad con un tigre que todos los días le llevaba de comer. El tigre cazaba en el bosque y se comía la mitad de la comida. Después daba el resto al zorro.

Un hombre que iba caminando por el bosque, vio lo que ocurría. Estaba encantado. Todos los días regresaba para observar cómo el tigre le llevaba de comer al zorro cojo. Pensó para sí:

-“Este zorro no trabaja. El tigre le trae de comer. Yo tampoco tengo que trabajar, me sentaré también y alguien me traerá comida. Dios me proveerá.”

Se sentó en el bosque. Pasaron los días y empezó a perder mucho peso. Finalmente estaba a punto de morir. En el último minuto una gran voz retumbó de pronto en su interior: “¡Ah, hombre ¡no imites al zorro; ¡imita al tigre!”

Cuántas enseñanzas encierran estos relatos. El salvavidas actúo con un alto sentido del deber, sin esperar recibir nada a cambio, por un impulso generoso, valiente y compasivo. El tigre servía al zorro sin ninguna expectativa de recibir algo a cambio. Sin embargo, no servía a un holgazán, sino a alguien que no podía trabajar. Lo motivaba un sentido del deber y de la compasión.

En nuestra vida diaria estamos llenos ejemplos de vida en la publicidad, cine que nos influyen, consciente e inconscientemente. Por eso, al iniciar el año podemos reflexionar a qué modelos seguimos e imitamos. Podemos reflexionar de qué formas podemos hacer que nuestras vidas sean significativas.

Si hemos de seguir un ejemplo, si la vida de alguien nos inspira a imitarla, que sea el ejemplo más grande, el más elevado, el mejor. Recuerda, tú mismo podrías convertirte en aquello que admiras. Pregúntate a dónde ha llegado aquel a quien imitas, qué bien le ha hecho al mundo. Busca el camino que te conecte con lo más elevado que hay dentro de ti; que te ponga en el camino de saber quién eres y para qué naciste; que te conecte con la luz de tu propio corazón. Entonces suceda lo que suceda, tendrás un año lleno de gracia y de transformación y tu vida será un acontecimiento bendito.




¿Macho Yo?



Mucho se ha hablado del machismo y mucho se ha sufrido con él en la historia de la humanidad. Lo han sufrido las sociedades, las familias, el hombre y la mujer individualmente. Si, el machismo es una actitud para enfrentar la vida basada en creencias limitantes heredadas. En él, el hombre debe mandar y la mujer obedecer. Aún si la mujer es más sabia que él, pues lo importante no es la verdad o la sabiduría, sino el dominio y el bienestar del más fuerte física o económicamente.

En el machismo la mujer es menos que nada, no por sus defectos personales, sino solo por el hecho de haber nacido mujer. Y por otro lado, el hombre es el “rey”, no por sus méritos y cualidades individuales, sino solo por ser hombre. Se espera que al hombre se le de un trato de rey: no se le exija, no se le mande, no se le cuestione. Se le otorga la categoría de “rey” no como un reconocimiento a sus múltiples obligaciones con su familia, ni por su servicio, sabiduría y entrega a ella. No, se le trata como rey porque así lo dice la tradición y por que si no, se puede enfurecer y golpear o puede irse y abandonar a la familia y a los hijos, dado que el no se compromete profundamente con nadie, solo con su propio bienestar y placer.

Por eso el macho es egocéntrico e inmaduro, no considera que tiene el deber de responder de sus actos, como todos los demás, ni entregarse o comprometerse con el amor, con sus relaciones. El cree que por ser hombre tiene permiso para dar rienda suelta a sus pasiones y huir cuando lleguen las consecuencias. Como se considera “perfecto”, cuando algo sale mal, siempre es por culpa de la mujer. Es decir, se le permite o estimula a no ser responsable de sus actos y decisiones y no hacer frente a las consecuencias. Muchos machos cuentan con la sobreprotección de sus propias madres, de sus padres e incluso hermanos o hermanas. Los protegen y los salvan de toda responsabilidad, pues consideran que los hombres deben tener más derechos que obligaciones.

Como hemos compartido en otros artículos, sabemos que para madurar se requiere ser responsable e integrar y desarrollar nuestro potencial, el cual es femenino y masculino. Así, culturalmente se espera que el hombre tenga un lugar de privilegios dentro de la sociedad, por encima de la mujer, y esta visión por supuesto se reproduce en las familias, en especial las familias latinas: muchos derechos y poca o ninguna responsabilidad. Sin embargo, en toda legislación justa en el mundo, a cada derecho le corresponde una obligación y a cada responsabilidad le corresponde un derecho.


Con esta mentalidad, fomentamos que los derechos y prerrogativas en una sociedad, no se obtengan debido al reconocimiento de nuestras cualidades humanas , esfuerzo y servicio que ofrecemos a los demás, sino por “derecho de nacimiento”, otorgando o negando derechos en razón al sexo con el que nacimos. Esta mentalidad es la raíz de las monarquías que las instituciones republicanas cuestionaron, es la base de la esclavitud y la discriminación racial; en donde los blancos pueden creerse superiores a los negros, o a otras razas, con más derechos; no por sus cualidades, sino por su color o raza simplemente.

Así que ¿Cómo podemos tener autoridad y firmeza suficiente para exigir nuestros derechos en Estados Unidos, si aún no conquistamos nuestro derecho de ser tratados con justicia, respeto y dignidad dentro de nuestra propia familia, como demandar derechos si no cumplimos con nuestras obligaciones?

¿A QUIEN AFECTA EL MACHISMO?

Por esa injusticia básica el machismo contrae y lastima la vida de muchos:

Lastima a su sociedad porque al menospreciar los valores de lo femenino, perpetúa una cultura de abuso, injusticia e ignorancia en donde todo el potencial de lo femenino: amor, intuición, creatividad, relación, colaboración, nutrición, unidad, servicio, es descalificado y destruido. Entonces la sociedad se guía por la ley del más fuerte.

También lastima a sus seres queridos porque parte del supuesto de que la familia debe estar subordinada a los caprichos, ignorancia y brutalidad del macho. Que el hombre nunca se compromete con la familia ni el amor. Que él nació para pasarla bien y ser servido, para imponer su voluntad a la buena o a la mala. Que sus necesidades, deseos y criterios deben estar por encima de las de los demás.

Esta mentalidad promueve relaciones de co-dependencia, irresponsabilidad, maltrato e injusticia. Elimina la posibilidad de madurez en hombres y mujeres, pues para madurar se requiere ser responsable e integrar y desarrollar nuestro potencial, el cual es femenino y masculino.

Lastima fundamentalmente al mismo macho pues lo reduce a conductas primitivas e impulsivas, y en no pocos casos, a un semental y a un ser inconsciente y brutal. Le hace creer la peor de las mentiras: que el no tiene necesidad de crecer y evolucionar, que ya nació “perfecto”. Termina siendo temido, solo y muchas veces excluído.

Impide las relaciones de pareja genuinamente amorosas, cierra la puerta del encuentro amoroso sano, basado en el respeto, el apoyo mutuo y la búsqueda del desarrollo individual. En él sólo existe una posibilidad: el dominio y el sometimiento, el abuso y el miedo y en su cara más obscura: la crueldad y el silencio de la mujer. Esto termina por destruir lo mejor del ser humano: el amor, la unión y el verdadero encuentro.

ESTAMOS CAMBIANDO

Antiguamente, los hombres se ufanaban de ser “bien machos”, incluso las películas y las canciones alababan a los hombres abusivos, bravucones, echadores, borrachos, mujeriegos, jugadores, desconfiados, fríos y distantes. Muchas canciones tuvieron éxito insultando y destruyendo la dignidad de las mujeres. En el cine, si una mujer se mostraba dominante o afirmada, en un “final feliz”, ella debía ser despreciada, abandonada o dominada. Entonces la concurrencia volvía a respirar con tranquilidad, pues la cultura del macho había sido protegida y preservada.

Por nuestra parte, las mujeres nos adaptamos al sistema y no solo lo aceptamos sino que incluso lo reprodujimos a través de la educación de nuestros hijos: los derechos para los hombres y las obligaciones para las mujeres de la familia. Las mujeres terminamos riéndonos de nuestra propia desgracia o lamentándonos pasivamente de ella. Sin embargo, creamos al “coco” y luego nos espantamos de él, porque también somos co-rresponsable del sistema que terminó por darnos el lugar de esclavas o de objetos sexuales. Recuerda que para bailar un tango se necesitan dos.

Actualmente aún preservamos estas creencias con nuestras actitudes, con nuestras decisiones. Aún creemos que necesitamos un príncipe azul que nos rescate o nos de un lugar en la sociedad. Nada más que ahora nos convertimos en “mujeres seductoras” para lograrlo. Ahora las canciones y películas enfatizan la utilización sexual de la mujer como nunca antes.

A las mujeres les cuesta trabajo darse cuenta como contribuyen a preservar esa cultura pues ahora el machismo con su inseparable compañera “el hembrismo” son más light en algunos casos. Una situación muy común es la falta de equilibrio y justicia en el reparto de derechos y obligaciones en el hogar o en la toma de decisiones importantes, o en la dependencia mutua de muchas parejas.

Muchas mujeres crecen aún creyendo que sus valores, creencias y necesidades no tienen importancia, o deben estar en segundo plano o que deben vivirse en forma oculta y subterránea, y que es ella quien cargar con la mayor parte de responsabilidad del bienestar de la familia. Y que el equilibrio familiar dependerá de cuanto la mujer se niegue así misma y se sacrifique por los demás.

CAMINOS DE SOLUCIÓN

La salida a todo problema humano, siempre es el crecimiento, que inicia por aceptar y darnos cuenta de nuestra situación presente y asumir la responsabilidad personal que nos corresponde para hacer cambios de actitud, dejando de buscar las soluciones en los demás. El machismo es la cara obscura y destructiva de lo masculino, es su distorsión, su caricatura. El “hembrismo” , mujeres abusivas e irresponsables, dominadas por sus propias pasiones, que imitan el modelo del macho es un intento nefasto de solución con graves consecuencias.

La solución está en el individuo que trabaja en sí mismo aporta su crecimiento a la familia, donde sus cambios pueden tener una gran influencia. La familia también debe hacer cambios, por ejemplo respetando la individualidad de sus integrantes, la libertad, las necesidades y derechos de todos, así como la distribución justa de las obligaciones y responsabilidades. Esta es el crecimiento o evolución que la familia aporta a la sociedad. Un individuo evolucionado genera una familia mejor, una familia sana, creará una sociedad justa y sabia.

Equilibrar derechos y obligaciones, valorar y promover los valores de lo femenino y masculino en forma equilibrada es el camino de desarrollo para individuos familias y sociedades. La sociedad se nutre de los valores de la familia; de hecho, la sociedad es el reflejo de ésta; así un grupo de familias de machos seguirán creando naturalmente sociedades machistas, sin solidaridad y abusivas.

Aún tenemos un maravilloso reto de crecimiento al interior de nosotros mismos y de las familias; los hijos deben aprender que hombres y mujeres tenemos los mismos derechos y que a cada derecho le corresponde una obligación, que crecer en el amor y en las relaciones humanas es evolucionar. De no ser así, los hombres continuaran siendo seres inmaduros y no realizados, las mujeres dependientes, resentidas y sometidas y las parejas no lograrán encontrar el amor maduro, libre, comprometido y responsable. Las familias seguirán sufriendo las aberraciones de la cultura del macho: la cultura del abuso, la crueldad, la evasión y la irresponsabilidad. Las sociedades seguirán siendo represoras pero no educadoras.

Para mantener el sistema del machismo se requiere al macho y a una mujer sin identidad y sin autoestima que permita el abuso. Por eso el reto es para ambos sexos, no solo para el hombre, la mujer también tiene que aprender a vivir ejerciendo sus derechos, respeto sus necesidades individualidad y asumiendo responsabilidad personal y trabajando por su propio desarrollo, dejando de buscar a la fantasía de un príncipe azul que la rescate.

Por su parte los hombres necesitan descubrir una nueva forma de ser “hombres” , una nueva forma de afirmar su masculinidad sin abusar de los demás, soltando su egoísmo limitante y abriéndose al verdadero amor, al verdadero encuentro. El descubrimiento de lo masculino profundo está por descubrirse y conquistarse aún y habrá resistencias pues implica el reconocimiento e integración de lo femenino profundo dentro de nosotros mismos primeramente.

Es un nuevo modelo que sí afirma lo femenino, pero también celebra la vitalidad y poder masculinos. No se trata de un hombre afeminado, domesticado y blando sino un hombre que ha podido integrar sus dos hemisferios cerebrales, sus dos poderes: femenino y masculino. Ahora no solo es fuerte y valiente, también es nutricio y sanador, creativo, generador de vida; puede actuar desde la intuición, expresar con espontaneidad sus emociones comprensivas y valorar las relaciones de igualdad y respeto mutuo. Es el rostro de lo masculino sagrado.




Gratitud, Divino Tesoro



“Cuando bebes del manantial,
recuerda el origen”
Proverbio chino.



Nada más alentador y estimulante que una persona con un corazón agradecido. Nada nos infunde más alegría que dar con amor lo mejor de nosotros mismos sin esperar nada a cambio. Y aún más, si quien recibe nuestro regalo lo agradece con alegría, ya sea que donemos amor, amistad, comprensión, consejo, dinero, tiempo, servicio o trabajo, entonces, se produce un vínculo de amor entre ambos y la relación crece. Agradecer es reconocer y honrar el amor y la generosidad del otro, por pequeña que ésta sea. La gratitud nos une amorosamente a otro ser humano, o a Dios. Sí, por un instante somos uno.

Por otra parte, nada nos hace sentir peor, que dar con generosidad y que quien lo recibe lo califique de insuficiente o defectuoso; que lo reciba con indiferencia o incluso destruya, lo olvide, no lo valore. ¿Te ha pasado? Sí, la gratitud produce unión, amor y alegría y la ingratitud separación y tristeza y va minando en el otro el deseo de darnos más.

Este don divino surgido del corazón que es la gratitud, es un gran bien, atrae hacia nosotros la abundancia y la prosperidad, atrae la buena voluntad de los demás hacia nosotros y atrae las bendiciones de Dios. Por eso es un don divino en sí misma.

Todas las culturas y tradiciones espirituales, han dado una importancia especial a esta cualidad y han honrado y conmemorado el momento de agradecer, a través del diezmo, las ofrendas, los rituales, las celebraciones, el servicio altruista. Hay que saber agradecer para poder recibir más. Solo al agradecer recibimos plenamente el regalo.

La gratitud es un reconocimiento a la generosidad de Dios en nuestras vidas, de su sostén y bendiciones, las cuales nos llegan a través de muchas personas, acontecimientos, lecciones e incluso adversidades; pero se requieren ojos para verlas y corazón para aceptarlas. Cuando agradecemos valoramos, protegemos y hacemos buen uso del regalo o don recibido.

Sin embargo, no es fácil ser agradecidos, cuando sólo valoramos las cosas que nos gustan, que nos produzcan placer y que satisfagan nuestros deseos y expectativas. Por ejemplo, solemos resentirnos con la vida porque rechazamos las experiencias dolorosas si somos ciegos al crecimiento que traen aparejadas, y por otra parte, tendemos a fijarnos más en lo que falta, en lo que no recibimos, que en lo que sí tenemos o nos ha sido dado, es decir, nos fijamos más en el hueco que en el pan de la dona; no valoramos lo que sí hemos recibido, porque lo juzgamos insuficiente o defectuoso; no vemos lo que ya es nuestro porque buscamos lo que hace falta. Nos solazamos platicando nuestras desgracias y olvidamos nuestras bendiciones. Desta mentalidad surge la ingratitud y sus consecuencias: pobreza, resentimiento, soledad y aislamiento.




TIRANO DEL CORAZÓN: LA INGRATITUD

La gratitud surge del amor, la actitud contraria es la ingratitud que surge de la ceguera, de la visión de corto alcance y del egocentrismo. Nos lleva a tener una actitud equivocada para enfrentar las circunstancias de la vida y nos deja resentidos, nos hace hipercríticos de los demás, y nos acostumbramos a hacer recriminaciones o demandas constantes. Con ello, sólo conseguimos sentirnos desilusionados, pesimistas, tristes y llenos de ira. Nos instalamos en la nociva autocompasión: “pobre de mi”. Si la ingratitud hablara, diría: “el mundo no me merece”, “nadie está a la altura de mis cualidades”, “yo merezco mucho más”, “es injusto todo lo que me pasa”, “lo que tengo es solo por mi propio esfuerzo, nadie me ayudó”, “yo soy muy bueno y todos los demás unos malvados o unos tontos que no me aprecian en lo mucho que valgo y merezco”.

La ingratitud, dicen los grandes sabios, es causa de la mayoría de las miserias de nuestra vida, pues no somos capaces de disfrutar de la felicidad ni de las bendiciones, ayuda y soporte que hemos recibido; nos hace ciegos a ellas. Creemos que los demás siempre se quedan “cortos” ante nuestros supuestos merecimientos. La ingratitud es una justificación para no dar nada.

TIRANOS INTERNOS EN QUE SE APOYA LA INGRATITUD

La ingratitud se alía para fortalecerse del deseo y la insatisfacción constante. Es un impulso a siempre querer más o mejor, más de todo: más dinero, más poder, más prestigio, mas poder de compra, mas influencia, más reconocimiento, mas apoyo, más comprensión, etc. Nada nos basta, nada es suficiente, con nada nos satisfacemos realmente.

Otro tirano es la pereza o indiferencia que nos lleva a evadir nuestras responsabilidades o deberes morales, pretextando no estar preparado, no ser suficientemente bueno, ser muy pobre, muy tonto, etc. Aparece en la baja autoestima.

El deseo de controlar a los demás, juzgando su conducta. Nos lleva a poner condiciones para ofrecer nuestro apoyo. “Yo le daría siempre y cuando el hiciera…” “Si el fuera como yo quiero, todo sería maravilloso y yo lo podría amar”.

El más nocivo es la arrogancia u orgullo, pues va de la mano de la ira. Nos lleva a creer que somos superiores a los demás y que merecemos más que los demás. Nos vuelve crueles o arbitrarios. Nos impulsa a ser demandantes o abusivos creer que solo debo recibir, pero no dar. Se expresa así: “o es a mi manera o no doy nada, “o todo o nada”, “no está a mi altura”, “de favor lo abrazo y todavía quiere que lo apriete”, “no merece mi ayuda”, “quien se cree que soy yo, le daré una lección”, etc.

Como ves, la ingratitud tiene muchos disfraces y puede ser muy sutil. En el fondo es miedo al amor que todo da, miedo a la entrega y al compromiso mutuo y rompe el equilibrio del dar y recibir, por eso la ingratitud acarrea desgracias y detiene el crecimiento.

Sin embargo, recuerda que también podemos ser ingratos con nosotros mismos, cuando no valoramos nuestra vida, nuestro esfuerzo, nuestros orígenes, nuestras cualidades y potencial y nuestros logros, cuando olvidamos nuestros sueños e ideales y dejamos de comprometernos con lo mejor de nosotros mismos. También a nosotros nos podemos “subir la cuota”: “no soy suficientemente bueno”, “no merezco”.

La buena noticia es que la gratitud se puede aprender y la ingratitud se puede trascender cuando tenemos la intención firme de hacerlo. Cada pensamiento de gratitud, cada acto que lleva la intención de reconocer, honrar, celebrar y cuidar los bienes que hemos recibido, así como nuestros actos generosos para retribuir a la tierra, a la vida, a los demás o a Dios sus dones, libera a nuestra mente de la oscuridad y el yugo del egocentrismo y sus tiranos.

Nos dice una gran maestra espiritual: “Ser agradecido a Dios no significa inclinarse ante Él y decir: “Oh Dios, te amo”. Ser agradecido a Dios significa amar su creación y a todas sus criaturas”. Y recuerda, tú eres su criatura.

Por eso la gratitud es una práctica que nos eleva espiritualmente, es muy poderosa para transformar nuestra actitud y estado interior y puede convertirse en el estado habitual del corazón generoso y amoroso.

Quizá ahora puedas estar más consciente del profundo significado de la celebración del Día de acción de gracias, más allá de sentarte a cenar pavo con tus seres queridos.





Muñequitas de Cristal



El sol extiende su brillo
en el cielo de la casa
y en la cornisa, a lo alto,
un pajarito les canta
a tres niños que inventan
los juegos de la mañana
con los mágicos juguetes
fabricados de la nada.

Un trocito de madera
es un avión que surcaba
en tiempos idos, lejanos,
los cielos de la cañada.
Y el niño vuela y revuela
entre las nubes de plata,
los mares de sal y espuma,
las montañas arboladas.

Las niñas buscan y encuentran
una caja abandonada
donde se cubren del frío
las muñecas olvidadas
que se amontonan vacías,
llena de polvo la cara,
esperando a las chiquillas
que escogen ilusionadas
en un sin fin de colores
a la princesa anhelada.

Las envuelven amorosas
en su ropita rasgada,
y las liberan de polvo
con el vuelo de su falda.
Juegan las niñas felices
en el castillo de paja,
para subir a la torre
la escalera las llama.

Cuidado, niña, cuidado,
el sol dolido exclama.
En un escalón perdido
la pequeñita resbala,
protegiendo con su cuerpo,
madrecita abnegada,
a la criatura brillante
que en mil pedazos estalla.

Por su mejilla doliente
una lágrima resbala.
y la grana en su rostro
con agua de sal se lava.

No llores, niña bonita,
no llores, niña de mi alma,
no llores, Rosita linda,
el pajarito le canta,
que un ángel vendrá del cielo
para lavarte la cara.

La noche llena en silencio
los rincones de la casa;
el infinito oscuro
tiende su manto de lana
bordado de lentejuelas,
de espejitos de plata,
que cuidan el sueño dulce
de tres niños en su cama.

Muñequitas de cristal,
boquitas azucaradas,
receptáculos de luna,
de tierra, de sol, de agua,
juguetitos de las niñas
que viven un cuento de hadas.

chito